Es probable que en alguno de tus viajes te hayas topado con situaciones en las que se te ha planteado un dilema y hayas tenido que decidir qué opción te parecía más acertada. Vamos a hacer un ejercicio de imaginación: piensa qué se te pasa por la cabeza si estás de viaje en un país extranjero y te encuentras en las siguientes situaciones:
- Te sientas a comer en un restaurante y quien te trae los platos es una niña.
- Llegas al lugar donde te vas a alojar y un niño te ayuda con las maletas.
- Vas a comprar a un comercio y te atiende una niña.
- Contratas un paseo en barca por el río y es un niño quien rema.
- Vas a comprar una figura de madera y ves que en el taller hay varios niños tallando.
Quizá hayas pensado en que no está bien que los niños trabajen. Tal vez has pensado que los niños deberían estar jugando o estudiando en vez de trabajando. O puede que las palabras “explotación infantil” se te hayan pasado por la cabeza.
Entonces, ¿qué haces si te ves en esa situación? ¿Te lo tomas como algo normal y no le das mayor importancia? ¿Te niegas a recibir ese servicio y exiges que lo preste una persona adulta? Este es uno de los dilemas que se les plantean a los viajeros, como recogemos en el capítulo 14 del libro “Cómo preparar un gran viaje”.
Probablemente todos estemos de acuerdo en que nos parece mal que un crío trabaje en una fábrica 12 horas al día, pique piedra o se vea forzado a hacer un trabajo de gran esfuerzo físico, por no hablar de la prostitución. Pero las situaciones anteriores ¿constituyen casos de explotación infantil?
Y nosotros, ¿qué hacemos ante el trabajo infantil?
Para tomar perspectiva, quizá deberíamos no irnos tan lejos y mirar en nuestro entorno cuántos niños trabajan como modelos publicitarios, actúan en cine y televisión, son recogepelotas en partidos de tenis o hacen algún trabajito de verano, por poner algunos ejemplos. En el fondo todo son niños que trabajan, entonces, ¿hay diferencia con las situaciones mencionadas?
Hay muchas organizaciones internacionales que consideran que el trabajo es parte de la vida de muchos menores y no hay que erradicarlo, sino lograr que se haga de manera digna y que favorezca su desarrollo. La propia Organización Internacional del Trabajo (OIT) dice que “no todas las tareas realizadas por los niños deben clasificarse como trabajo infantil que se ha de eliminar. Por lo general, la participación de los niños o los adolescentes en trabajos que no atentan contra su salud y su desarrollo personal ni interfieren con su escolarización se considera positiva”. En esta definición caben los casos de niños que colaboran en las tareas y negocios familiares, siempre que se realicen fuera del horario escolar.
Y no solo eso, además, hay que tener el cuenta que si el trabajo infantil se prohibiera tajantemente, la economía de muchas familias se vería muy resentida y en muchos casos las llevaría a una mayor pobreza, lo que, desde luego, tampoco sería beneficioso para el niño. Mientras esa ecuación no se resuelva, la prohibición del trabajo infantil solo agravaría la situación.
Entonces, ¿el trabajo infantil no está mal?
Decidir si una actividad constituye explotación infantil depende de la edad del menor, el tipo de actividad de que se trate, la cantidad de horas que le dedica y las condiciones en que lo realiza. Para mí es evidente que la esclavitud (o esos trabajos de sol a sol por un plato de lentejas), la prostitución, el empleo de los niños como soldados o todos aquellos trabajos que ponen en peligro la vida o la integridad de los menores son claros casos de explotación y deberían ser erradicados.
Por lo demás, en las culturas en las que los menores participan en la actividad económica familiar y este trabajo se entiende como parte de su desarrollo, me parece que no tiene nada de malo. Eso sí, siempre que ese trabajo les permita ir a la escuela y recibir una formación.
Y tú ¿qué opinas?
Interesante, son exactamente los mismos argumentos que reprroducen los empresarios de la caña de azucar que explotan niños en Guatemala. estan con sus padres, contribuyen a la economia familiar, lo hacen en vacaciones, porque quieren, son culturas diferentes, etc….
http://www.plazapublica.com.gt/content/trabajo-infantil-y-explotacion-laboral-en-el-azucar-de-guatemala
Muy buen tema el que habéis tocado en este post! Casualmente estoy escribiendo un post en el que iba a tratar de paso esto mismo!
La verdad es que se hace un poco duro encontrarse con situaciones como las que describís, pero hasta cierto punto puedo llegar a entenderlo. No estoy en contra del trabajo infantil. Creo que en muchos países en los que las condiciones, desgraciadamente, no tienen nada que ver con las que nosotros conocemos y de las que nos rodeamos, el trabajo de los niños es algo necesario y vital para la familia.
A veces hay muchas bocas que alimentar y todos y cada uno de los miembros tienen que contribuir con dinero a la casa, por mucho que nos pese y nos de pena. Eso sí, creo que lo que debería de fomentarse es que ese trabajo que realizan se pueda combinar con la asistencia al colegio. Que no dejen de estudiar por trabajar, sino que compartan al día las dos actividades. En muchos países hay ongs que luchan para que esto sea así.
Me parece un post muy interesante, plantea un dilema que todos hemos tenido viajando en algún momento… yo también opino que no es comparable el trabajo en una fábrica, plantación, construcción… que en el negocio familiar o fuera de las horas lectivas. Yo mismo recuerdo haber repartido propaganda y cosas así para sacar un extra al salir del cole antes de tener la edad para trabajar.
Pero claro, saber las condiciones de ese joven en ese momento creo que es lo fundamental. Yo suelo preguntar si va al colegio, si solo trabaja allí y porque, si siento que puede ser un caso de «explotación infantil» intento hablar con los dueños o directamente digo que no me parece bien y me marcho.
Y sobre todo nunca colaboro con propinas a niños, dando dinero o comprando nada que venga a ofrecerme menores.
Supongo que es un granito de arena la labor que podemos hacer en estos casos, pero eso no quita que apartemos nuestros principios a pesar de que… «no haya nadie mirando». No puede vencer la resignación nunca.
Gracias por generar debate 😉
Espinoso tema. Nos empeñamos en ver todo lo malo de los que no somos nosotros y no nos fijamos en lo que tenemos en casa. Por supuesto la explotación infantil está fuera de toda discusión, no es posible «defender» ni ésta ni ninguna otra explotación. En este caso no es la palabra infantil la que marca el rechazo. Pero el trabajo… hay muchos niveles de trabajo y muchos tipos. Es más, cosas que no se consideran trabajo deberían estar más prohibidas incluso, como los concursos de belleza infantiles. Yo también «trabajé» de niño ayudando a mi padre a repartir libros, era divertido estar con él y acababa antes. ¿Cuántos niños ayudan a poner la mesa, a fregar los platos, a cocinar…? Si lo hicieran en una casa que no fuera la suya y cobrando un sueldo por supuesto que estaría prohibido.
En España, no hace muchos años, también trabajaban -sin comillas- los niños. No es un tema sólo de concienciación, también es económico. Es necesario que la economía de las familias permita que los niños vayan a la escuela y no tengan que ayudar. Ningún padre enviaría a sus hijos a trabajar en malas condiciones pudiendo evitarlo… o eso queremos creer.
No nos hemos encontrado con niños trabajando (entendiendo como tal un esfuerzo físico o, aparentes jornadas interminables -es imposible saber cuántas horas lo han hecho cuando llegas y cuántas más les quedan cuando te vas-)… ¿cómo reaccionaríamos? Quiero pensar que bien… pero todavía no sabemos qué es «bien» sin matices.
Como comentaba en Twitter, me parece muy duro que un niño trabaje ya sea en el negocio familiar o en una fábrica (mucho peor esta última, claro). Entiendo que hay países/economías en los que toda la familia debe arrimar el hombro, pero no deja de ser injusto pensar que ese niño debería estar jugando o haciendo sus deberes.
Confieso que muchas veces me invade la culpabilidad al pensar que no es justo que nosotros nos hayamos dedicado a ser niños y ellos no hayan tenido ni siquiera la oportunidad de elegir.
Pero como dice Pak, es importante saber las condiciones del niño: si va a la escuela, si trabaja en otros sitios, porqué lo hace…
Muy interesante post!
También pensamos que depende del caso en concreto…
Quizás ya nos hagamos mayores, pero recordamos que cuando nosotros éramos pequeñitos, los amiguitos del cole cuyos padres tenían negocios les ayudaban al finalizar la jornada escolar. No nos parecía mal entonces.
Quizás nos estamos yendo a los extremos… aquí y ahora casi no se les puede pedir que quiten la mesa!
Según nuestra opinión una cosa es explotación infantil y otra muy diferente es contribuir y colaborar con la familia, siempre que no interfiera en la escolarización del menor, lo que debería ser sagrado.
Un abrazo!
Como decís muchos, es complicado conocer las circunstancias de ese niño o niña, saber si está dejando de ir a la escuela por «ayudar en el negocio familiar». Entiendo que lo mejor es preguntar (más o menos directamente), hacerse una idea de la situación y obrar en consecuencia.
Muy interesante este post, de hecho me habéis dado la idea para el próximo en mi blog, jeje.
Yo al principio de viajar ni lo pensaba y compraba cosas. Luego me volví radicalmente en contra diciendo a los niños que por qué no estaban en la escuela, casualmente siempre ese día era fiesta…aleccionados por sus padres. Y ahora miro la circunstancia, y en vez de dar dinero o comprar, doy regalos, compro juguetes en alguna tienda y se los doy a los niños pobres si están con los padres, y que no vendan o pidan, y siempre por la tarde, que se supone que ya han terminado el colegio. Ropa o mantas que me ocupan y en vez de dejarlas en un hotel que tienen dinero de sobra, también lo suelo regalar. El tema es que muchas veces se puede fomentar el que no vayan al colegio, pero otras veces si no se da nada, seguirá sin ir al colegio, pero encima pasando frío… depende como se vea la situación se debe de actuar, creo yo.
por cierto, que me lié con el comentario anterior, y se me olvidó una cosa,
¿sabéis de alguna ONG de cualquier tipo, que trabaje en paises del sur de Africa ?, desde Tanzania para abajo.
Gracias.
David
[…] La joya dentro del bazar es el Gumruk Hani, un antiguo caravanserai del SXVI en el cual decenas de hombres (of course, esto es un país musulmán) se reúnen en torno a pequeñas mesas a jugar a las cartas y fichas. Algunos los conocemos bien, como son el ajedrez, domino o backgamon. Otros, la verdad, no sé muy bien como se juegan, como uno que se llama el okey. Prometo intentar enterarme, ya que lo practican con veneración y adicción. El han es una pequeña plaza con dos pisos de pequeños negocios: los del primer piso son cafeterías y relojerías, los del segundo pequeños talleres de confección, sobre todo de pantalones. Es sorprendente la cantidad de niños que trabajan, niños de 12-14 anos como aprendices de confección, sobre todo. Supongo que las manos pequeñas son apreciadas en ese oficio. Hoy de hecho me he hecho recortar dos camisas (las mangas y parte de atrás unos centímetros) y lo ha hecho casi todo un niño. El remate final, profesional, lo ha hecho el jefe, que la verdad, la ha dejado mejor que nueva (ya se sabe que los turcos le dan bien a esto de la confección) pero te dejan pensando en cómo a veces cuando viajamos favorecemos el trabajo infantil… […]