No me di cuenta hasta que un día me lo dijo Itziar. «Hay que sacarte de África cuanto antes». Y fue solo en ese momento cuando lo vi claro, cuando pensé que era verdad, que era eso lo que me pasaba: estaba cansado de África, necesitaba irme de allí, cuanto antes. Había llegado a un punto de no retorno, de no disfrute. Un momento en el que había más peros que alegrías. Y cuando eso pasa, o das un cambio radical de cultura o geografía y sigues viajando… o te vuelves a casa. Y esa fue mi opción.
No es fácil verlo, al menos en uno mismo. Supongo que todo empieza progresivamente y va formando una dinámica de la que es difícil salir, una bola de nieve cuesta abajo que es difícil de parar. Así que debió ser hace unas semanas cuando empezó todo, poco a poco, de una manera imperceptible.
Tal vez arrancó por la comida, después de semanas, en realidad meses, a base de una dieta de arroz, chapati (pan frito), o masa de maíz o plátano. Tras la sorpresa inicial, tras el disfrute de probar cosas nuevas, entras en una dinámica en la que poder elegir algo para comer que no sea eso es un milagro. Las señales van llegando, pero igual no las detectas. De repente cuando ves un cartel de pizza se te van los ojos; o cuando entras en un supermercado bueno y puedes comprar pan y queso sales con una sonrisa en la boca; o cuando te puedes comer un helado y encima elegir el sabor. Sí, son señales de que estás cansado de comer siempre lo mismo.
Luego llegó el cansancio físico. Ya no me hacía gracia ir embutido en una furgoneta, apachurrado en una fila junto con tres personas más. O pasar horas botando por malas carreteras. Aquello que en un inicio es lo que llamas aventura, había pasado a ser una tortura. Solo quería ir en autobús (de 4 asientos por fila, eso sí) por carreteras asfaltadas. El resto, era un suplicio. De hecho un día tuve la tentación de coger un taxi privado y eso, si vas de mochilero, es otra señal inequívoca.
Poco a poco supongo que me di cuenta, aunque no quería reconocerlo. Había llegado un punto en que ya no me hacía gracia saludar a la gente, ni a los niños que repetían una y otra vez «how are you? how are you?». Estaba hartito, y mucho más cuando remataban la frase con un «give me money». Cuando un día bromeando amagué con tirarle una piedra a la enésima niña que me pedía dinero, pensé que estaba mal, que tenía un problema y que tal vez era yo. O África. Porque dejé de saludar a los jóvenes y a los mayores y cuando me decían algo contestaba arisco, huraño, forzado. Poco a poco dejé de saludar a todo el mundo. De hecho, en un momento de crisis me refugié cinco días en un camping en mitad de la naturaleza, junto a un pueblo de apenas 500 personas. Apenas salí de él, no quería ver a nadie. Esas eran más señales.
Y por supuesto, llegué a ese momento en el que no quieres ser el diferente. En el que no quieres destacar, en el que estás harto de ser el blanco entre negros, el tío al que señalan por la calle, al que observan, al que escudriñan. Estaba cansado de ser observado como un bicho raro, de que me analizaran de arriba a abajo, radiografiando mi ropa, mi bolsa, mi manera de andar. Un día le fui a preguntar de una manera muy educada «si necesitaba algo» a uno que me miraba insolentemente. En realidad me miró como nos miran todos, a la africana: parándose, dándose la vuelta con descaro, radiografiando sin ningún reparo o vergüenza. Pero ya estaba hasta los huevos de eso. No solo quería pasar desapercibido, tampoco quería que me miraran de esa manera. Pero aquí no es posible. Es así. Lo tomas o lo dejas, así, que lo dejo.
Y como estoy en su ambiente, en su cultura; y como soy yo quien tiene el problema, el hartazgo del entorno en el que estoy; como ellos no tienen la culpa, ni tampoco su comida, ni sus transportes, ni sus montañas ni paisajes, ni sus ciudades… y no se merecen un Pablo maleducado, quemado, desagradecido que no sabe apreciar lo mucho que este continente puede ofrecer… pues me vuelvo.
Supongo que cuando pasen unas semanas volveré a la normalidad y echaré de menos observar las decenas de pájaros que ahora sé reconocer; los bosques húmedos o las playas de la costa suajili; los cielos repletos de estrellas; los empresarios masais; la música africana; la cerveza caliente; comer por un euro; las brochetas por la noche; el insípido ugali (bueno, eso no creo) y hasta que me llamen mzungu (hombre blanco) en cada esquina.
Y cuando eso pase pues ya volveré… si eso. Que hay mucho mundo por ver y poco tiempo para hacerlo. Hasta pronto, África.
¿Conoces Cómo preparar un gran viaje? Es un manual que te ayudará en los preparativos y desarrollo de tu gran viaje. Resolverá tus dudas sobre visados, dinero, salud, seguridad, trabajo… y muchas cuestiones más. ¡El libro está escrito para todos aquellos viajeros que sueñan con emprender un viaje largo! Disponible en papel y e-book y, con cada compra, nos ayudan a seguir viajando.
Descubre el libro Opiniones de los lectores Lo quiero ¡ya!
Ooooh sorpresa!! pero me parece muy bien si es lo que quieres. Aquí estamos para invitarte a unas croquetas 😛
Ya verás como en cuanto estés un tiempo por aquí vas a desear volver a África. ¡Mucho ánimo!
Te puedes venir a dar un baño de hipercivilización alemana cuando quieras 🙂
Algunas señales también las diste por las redes sociales 🙂 Me parece perfecto, entiendo que ocurra y como bien dices el mundo es muy grande y/o África seguirá ahí para más veces.
Que tengas una buena vuelta, y nos vemos por aquí!
Alicia
Olá Pablo
Como te compreendemos bem!
Não poderias ter descrito de melhor maneira o que nos acontece a todos, com maior ou menor frequência!
Beijinhos e boa volta a casa. Em breve quererás regressar a África!
También hay que saber parar y descansar. Estar sometido a la exigencia del «cadeau» se hace a veces insoportable. Y que te pidan dinero por cada disparo de fotografía con mirada desafiante, lo encuentro (lo siento) muy desagradable.
África te da mucho pero las miradas de desprecio hacia tu persona y a tu color sólo las he encontrado en África. Yo he ido y volveré, pero reconozco que ni lo he hecho ni lo haré por más de tres semanas seguidas.
Buenos días Pablo, desde un Madrid grisáceo.
Me alegro de que regreses, si estando en Madrid añoras África te propongo que nos sentemos en mi terraza, viendo la puesta de sol, con un vaso de scotch en la mano y de fondo la banda sonora de «Out of Africa»
Se os ha echado de menos.
Hablemos pronto.
Marcos
Cuñadito!!, eso te pasa por estar mas tiempo en África que en México!!, jajaja, no te preocupes que es pasajero, de cualquier forma te prepararé un pozole de bienvenida 🙂
Pues bienvenido a casa, Pablo. Ya te encontrábamos a faltar después de tanto tiempo!!
Espero que nos veamos pronto, en Madrid o en Barcelona.
Besos.
Àngels
Fantástico relato Pablo del proceso de saciedad de un mochilero ;), me lo he leído de P a Pá. Cuando vuelvas y pase no tanto tiempo, no te cansarás de la comida pero sí de los putos políticos jaja 😉 Habría que llevarlos de safari, no para ver animales, para que se los coman.
Cuando tocas fondo lo mejor es salir a flote, y si salir a flote es volver a casa, Bienvenido seas!
Un abrazo!!
¡Buen viaje! En Madrid te esperamos con los brazos abiertos y la cerveza fresquista 😉
PD. Hasta cuando no son bonitos (o quizá esos especuialmente) me encantan tus escritos. Destilan honestidad a cada grafía. No me canso de leerte. Gracias.
Pablo, mucho ánimo, un cambio de aires nunca viene mal, pero seguro que vuelves y añoras muchos de los buenos y agradables momentos vividos y las mil y una anécdota que te harán olvidar este pequeño paréntesis en vuestra gran aventura.
Un abrazo!
Laura RS
@viajeatardecer
I és que, encara que no siguis a l’Africa… casa nostra tira molt! Ho dic jo, que tot just ahir arribava de passar dues setmanetes de Nadal a caseta… que difícil se’m va fer marxar! 🙁 Dóna’m la teva adreça madrilenya i així finalment et podré enviar una postaleta! MUA!
Estoy harto de volver de un viaje y que un iluminado me suelte eso de «Vividor, que eres un vividor» sin tener ni puta idea de donde he estado ni lo que he vivido allí.
CHAVALES: Viajar no es meterse en un barcucho «all included» y pasarse 10 días bebiendo daikiris de garrafón en la piscina de cubierta. Viajar es vivir viajando y tanto en la vida de una frutera como en la de un astronauta hay momentos buenos, malos, gordos y flacos.
Y como al final, amigo Strubell, de lo que trata este retorcido juego llamado vida es de ser feliz, pues si no lo eres en África tienes 4 continentes más para probar. Pues anda que no hay mundo por ahí palante.
Un besazo mister.
Hola Pablo!!
Se de que hablas, lo mismo sentimos con Zaida cuando decidimos volar a Asia. Bienvenido!
Que sorpresa Pablo !!! de todas formas cuando una cosa no satisface y puedes cambiarlo es lo mejor que puedes hacer. Ya sabes que cuando vengas por Barcelona nos encantaría compartir un rato con vosotros. Un beso.
Cuando viajas mucho tiempo a un sitio las diferencias culturales te crean el famoso «culture shock». La sensacion de raro, observado en el metro, autobus, cualquier reunion que voy no me la he podido quitar despues de 15 años en España.
Mucho ánimo mounstruo¡¡¡¡ & welcome back. we love you from whereever you are. Your Chinese Mzungo wishes u & Itziar the best 4 2014 ,
Hola, Pablo:
Nos conocimos en Tarragona, mayo de 2013. Mientras leía tu hartazgo me he acordado de «Un antropólogo inocente». Menos mal que has dado con el garbanzo debajo de todos esos cojines de África. Me alegro de que puedas dormir contento. Feliz vuelta
Un abrazo,
Javi
Tienes mucha razón en lo que dices, yo hace casí 20 años escribí un libro llamado «El mal de África» en el que también hablaba de tus emociones después de varios meses en África. El problema es que este «mal de África» es como la malaria, se volverá a manifestar y seguro que regresas. Mientras tanto, bienvenido, supongo que te veremos por Fitur no?
Es una pena pero cuando un viaje se convierte en una rutina o cuando se transforma en algo que no nops produce cosas buenas, lo mejor es lo que has hecho tu: tomarte una pausa, porque al fin y al cabo no es más que eso, una pausa para volver después con más ganas.
Me parece genial que hayas visto lo que quieres, con lo que te sientes cómodo y descubras cosas.
Un gran abrazo y un aplauso por tenerlos bien puesto de reconocer todo eso.
Arol
Mucho ánimo en la vuelta, los cambios de aires siempre sientan bien y para estar en un lugar a disgusto, mejor dar media vuelta, volver durante un tiempo, recapacitar y llegado el momento retomar el viaje si el cuerpo te lo vuelve a pedir.
Un fuerte abrazo!
Pablo, vas a tener que cogerte un año sabático para recuperarte de tus viajes!!!
😉
un abrazo
Pablo, eso es viajar… eso es ser un viajero. No sólo gozar sino padecer. Los viajes son como la vida y este es un claro ejemplo de ello. Sé que mucha gente no lo entenderá pero leyéndote te he captado perfectamente. Lo entiendo y además apoyo que cambies de aires. Es verdad que las cosas por aquí no están demasiado bien, pero tendrás ganas de buena conversación con amigos, de cambiar la rutina. Cuenta conmigo para ello, ya lo sabes.
Un fuerte abrazo!
Sele
Hola Pablo!
Soy César, un amigo de Daniel Iriarte que es el que me pasó la dirección de tu blog. Yo acabo de volver de más de un año dando tumbos por África y te entiendo perfectamente. Además te agradezco que lo expreses así, sencillamente sin ocultarlo ni exajerarlo.
Sólo quería añadir un par de cosas. La primera es que ese hartazgo me parece más fácil en África Oriental (en general en el África anglófona) que en la Occidental francófona donde hay más variedad gastronómica, los países son más diferentes entre sí y las culturas son fascinantes y diversas. Divide y vencerás. Pero tú, como bien reza el título del blog, te has recorrido África de cabo a rabo así que no te digo nada que tú no sepas 😉
Lo segundo es que para un aventurero de tu talla, tiene que llegar un momento en que pase una de estas dos cosas: que se te «acabe» un continente en el sentido de que ya no te sorprendan las cosas que ves y necesites un cambio o que necesites «el reposo del guerrero» con una buena tanda de familia y amigos donde te puedas RELAJAR de verdad sin tener que hacer el pequeño pero permanente esfuerzo de adaptarte a otra cultura… Hasta que te cansas de descansar claro 😉
En todo caso disfruta de tu nueva etapa. Un abrazo!
http://www.lolyplanet.blogspot.com
Cuando algo, lo que sea, se convierte en rutina o nos cambia el carácter, lo mejor es cerrar etapa y seguir adelante.
África siempre estará ahí y seguro que dentro de unos años esta sensación será un vago recuerdo… o no, quién sabe!
Pero anda que no hay mundo para hartarse 🙂
Buen viaje de vuelta!
Un saludo!
Gracias por el post y la sinceridad Pablo. Eso es algo que te honra y que demuestra tu talla oomo persona y viajero. Espero verte pronto y charlar con calma. Un fuerte abrazo compañero.
¡Pablo!
Muy bien explicadas las sensaciones. En ocasiones hemos vivido un estado de saturación similar en Asia durante este año, y la verdad es que como muy bien describes duele ser consciente de ello porque te sientes culpable y en deuda con el país de acogida.
Ánimos, como bien sabes no siempre es todo tan sencillo y fácil. Sinó no conseguiríamos dar valor a nada en la vida.
Oye, estamos en Cataluña, si os pasáis por Barcelona antes de abril avisar y nos tomamos unas cervezas!
¡Un abrazo!
Me ha puesto los pelos de punta tu confesión. Sin duda nunca había oído a ningún viajero decir que estaba cansado, de algún modo, de serlo. Es triste leer tus palabras, aunque son sensaciones humanas y comprensibles y supongo que debe de ser muy duro aceptar este tipo de situación. Pero por otro lado es bueno sentir, saber, y darnos cuenta de que no todo es bonito… Que no estamos preparados para todos.
Conmovedoras palabras. Sinceridad a flor de piel.
http://www.tusrelatos.com/relatos/un-viatge-no-tan-solidari-al-senegal-un-viaje-no-tan-solidario-al-senegal
etas van y vienen no se cansan de ir africa
GRACIAS A TODOS POR VUESTROS CARIÑOSOS COMENTARIOS, QUE ME HAN DADO UN BUEN EMPUJÓN PARA AFRONTAR EL REGRESO.
Que ironico es que, aquello que una vez nos empuja a marcharnos: la aventura, el cambio cultural, todos esos niños y no tan niños que nos miran y nos siguen con curiosidad, que nos acogen en sus casas y nos enseñan sobre el lugar, sobre sus vidas… el vivir sin ciertas comodidades y comprobar que así tambien se puede ser feliz. Los cielos estrellados y los increibles paisajes que son suficientes para hacernos sentir pleno…. un día, de repente, nos dejan de sorprender, los normalizamos, y las cosas que antes eran divertidas, de repente se convierto incluso en irritables…
Creo que esto nos pasó a todos los que viajamos/vivimos por mucho tiempo en un lugar con una cultura diferente a la nuestra.. aunque no todos tengan el valor de reconocerlo, de desmontar el mito de la vida del mochilero, y de agarrar las maletas y salir corriendo a desintoxicarse.
Porque al fin y al cabo todo son ciclos, y todo en exceso puede acabar cansando en un momento dado.
Te deseo una feliz desitoxicación -porque volver tampoco es nada fácil-
Gracias por compartirlo
Alicia
Visit México,,, Pablo
¡Claro que sí, muchas ganas!