El otro día vi por primera vez un atraco en plena calle, machete incluido. Fue en Arusha (Tanzania), donde estamos viviendo. Regresábamos de noche, en el coche, y en una de las principales calles (sin farolas, que esto es África) dos chicos corrían detrás de otro. El «desarmado» le dio alcance, forcejearon, cayó un teléfono móvil al suelo (el botín) y con la misma velocidad que fue abandonado por su dueño, fue recogido por uno de los atracadores, yéndose inmediatamente después cada uno por su lado, rápidamente. Todo esto a escasos 50 metros de nuestro coche, con nuestras luces como única iluminación de esta escena que, contemplada desde el coche, resultaba a partes iguales inquietante e irreal.
Arusha, con todo, es una ciudad bastante segura. Al menos, así la siento yo. Los que llevan aquí muchos años, los residentes, no opinan igual, sin embargo. «Todo va a peor, hace unos años estas cosas no pasaban» repiten una y otra vez. Supongo que es el devenir de todas las ciudades: a medida que crecen con rapidez y sin control, la delincuencia pasa a ser un problema. Y, si uno se fija, casi todas las casas tienen un guarda de seguridad (normalmente masái, tradicionalmente fieros guerreros), muchos chalets tienen alambradas, algunas electrificadas, carteles de empresas de seguridad… algo que, en nuestro periplo africano, ya habíamos visto en casi todas las ciudades.
Arusha no es una gran ciudad. Dicen que tiene como 300.000 habitantes y la verdad, no se bien dónde se meten, porque no da esa sensación. Es, más bien, como si fuera un gran pueblo. No tiene atascos de tráfico, no tiene polución, no tiene grandes problemas (al menos evidentes) de suciedad y basuras… es, si me apuráis y siendo algo generoso, una ciudad agradable. Ayuda el hecho de que se encuentra a 1.500 metros de altitud, con lo que no hace un calor bochornoso. De hecho, hace frío por las noches: usamos edredón. Y que está rodeada de montañas, por lo que es muy verde, con varios ríos que la cruzan…
Al parecer ha cambiado mucho en los últimos años, a mejor. Las calles del centro ahora están todas asfaltadas. En esa zona están los bancos, comercios (ferreterías, tiendas de telas, de electrónica, etc.), el mercado, el pequeño estadio de fútbol, las mezquitas, la estación de autobuses… todo, para los estándares africanos, ordenado, limpio. Las cloacas son subterráneas, con lo que no se ve demasiada suciedad. Hay electricidad todo el día, con lo que la música suena sin parar desde los altavoces de los negocios. Y en algunas zonas, incluso, hay aceras por lo que caminar por esta zona no es una aventura (salvo por la noche, cuando se queda totalmente desierta y tenebrosa. Entonces no apetece mucho estar allí).
El barrio donde nosotros vivimos se llama Sakina. Está en el oeste, en lo que se podría considerar como el límite del centro. Es un barrio muy popular y africano, residencial. Aquí las calles ya no están asfaltadas y por la noche caminando te la juegas: no por los atracos, sino por los agujeros y piedras que hay en el camino. Junto al chalet donde vivimos, hay un taller mecánico, que nos despierta todas las mañanas a eso de las 8. También tenemos un bar con parrilla (poco ruidoso, la verdad), un hostal, un ultramarinos y varios negocios menores (costurera, peluquería…). Y un poco más arriba, en dirección a la montaña (toda la ciudad está a faldas del impresionante monte Meru, un precioso volcán), las casas tienen terrenos en los que cultivan maíz para su alimentación del día a día. Es un barrio tranquilo en general, no se puede uno quejar. No se oye el ruido de los coches y, en cambio, sí oímos los cuervos, los perros que se pelean por las noches y la iglesia que, casi a cualquier hora del día, debe tener servicios religiosos varios, con sus incesantes y constantes cantos…
Vivimos en un chalet de la empresa, donde tienen la oficina y el aparcamiento/taller de los camiones en los que viajamos. Es una casa luminosa, grande, cómoda. Itziar y yo tenemos un cuarto para los dos, con una cama amplia con mosquitera, y hay otras dos habitaciones, una para las otras guías y otra para los conductores y cocineros que no sean de Arusha. Y Dani, el dueño, también vive aquí. Compartimos el baño y últimamente desaparece el papel de váter, sorprendentemente (o no tanto, estamos en África). Todos los días salvo los domingos viene una señora a cocinar, limpiar la casa y, a veces, cuando volvemos de viaje con toda la ropa sucia, nos hace la colada por una propina. Hay dos perros jóvenes que no paran de saltar y subírsete encima (manchándote la ropa todo el rato) y una hembra más viejecita. Por la noche hacen guardia con el vigilante, un masái silencioso y discreto. Alrededor de la casa hay un buen jardín aunque está muy descuidado (una pena), con un árbol que cada día nos regala uno o dos aguacates. Nos conectamos a internet con un pincho, que suele funcionar. Suele. Al igual que la electricidad, agua corriente… suelen funcionar.
A la vez que es una ciudad medio agradable, lo cierto es que a mí me parece una ciudad aburrida, o más que ella, la vida que hacemos en ella. «Aburrida» como creo que me resultaría vivir en casi cualquier otra ciudad africana, porque seguramente no se pueden hacer cosas que para mí son agradables: salir a pasear por el centro de la ciudad relajadamente; visitar exposiciones o museos (aquí no hay más que dos que ya en una tarde los visité); actividades culturales (al menos, llamativas o evidentes); el único cine que hay pone todos los grandes hits de Hollywood y Bollywood (lo cual no es mi estilo precisamente); así que la mayoría de las actividades parece que consisten en quedar a beber o cenar con otros expatriados, que no es que me parezca mal, sino que teniendo un presupuesto limitado (o más bien bajo) pues tampoco es plan gastar lo poco que ingresamos para simplemente entretenernos…
Hablando de pasta, lo cierto es que no es una ciudad demasiado cara, siempre y cuando no quieras «lujos europeos». Por ejemplo, el autobús para ir al centro (en realidad «dala dala», furgonetas de 12 personas) cuesta 400 tsh (0,2€). Una birra en un bar, 2.000 tsh (1€). Una mazorca de maíz a la brasa (el tentempié de media tarde), 500 tsh (0,25€). Una piña, 2.000 tsh (1€) y una buena lechuga, 500 (0,25€). O un kilo de juíias verdes a 2.000 tsh (1€). Comer carne con ugali (una pasta de harina de maíz), 5.000 tsh (2,5€). Hay recargas telefónicas de tan poco como 500 tsh (0,25€). O puedes comprar una sudadera de segunda mano impecable por apenas 10.000 tsh (5€), como hice yo el otro día, o unas Adidas por 30.000 (15€).
Pero si quieres cosas como en España, ahí es donde suben los precios: un buen café con leche, 4.000 tsh (2€). Un chocolatina 1.500 tsh (0,75€). Un litro de leche, 2.800 (1,40€) o un yogurt, 1.000 (0,5€). Si sales a cenar una hamburguesa está en 10.000 (5€), una pizza en 13.000 (6,5€) y así todo… Vale, vale, algunos diréis que nos hemos olvidado de los precios de España y no es así, lo que ocurre es que aquí nuestros salarios no son los de España y eso se nota a poco que sales un par de noches…
Según llegamos aquí, no nos fue difícil contactar con la «comunidad española», que a mí me parece bastante numerosa. Guías que vienen por la temporada hay unos cuantos (ponle, 20 o así, a los que no vemos demasiado: estamos todos dando vueltas por ahí); hay unos cuantos pilotos, de aerolíneas tanzanas de corto recorrido; una psicóloga, una profesora, un informático, varias cooperantes, algún empresario, otros rebotados de España que han encontrado aquí su lugar, algunos misioneros kikos (¡de verdad, de verdad! ya han llegado…) y seguro que también otros que aún no conocemos… Ellos, que llevan más tiempo por aquí, normalmente organizan algún sarao, relacionado normalmente con la comida: que si un día un cocido, otro día una caldereta de cabrito, que si tortillas de patata con lomo y chorizo… Cualquier visita o visitante de España viene con regalos gastronómicos, que recibimos con gusto (por cierto, el vino español de tetra brick, triunfa. El barato. El que es un poco más caro, suele ser Sudafricano o, incluso, tanzano. Lo juro)
Y así es Arusha, la ciudad donde vivimos estos meses. Africana, en una palabra. Para lo bueno y para lo malo.
Nota: Muchas de las fotos provienen de la web http://benwilhelmi.typepad.com/benwilhelmi/arusha/ Hay muchas más. Nos son de gran calidad fotográfica, pero sirven para hacerse una idea muy buena de la gente que hay en la ciudad. Os recomiendo que le echéis un ojo.
Thanks for this post. Really interesting. The pictures show that Arusha is much more developed than I thought 🙁
Let’s have some more!
Fa gràcia veure com, vivint en ciutats tan diferents, vosaltres a Arusha i jo a Miami, hi hagi tantes coses en comú. Bàsicament, la vida dels expatriats que se solen reunir pels saraus gastronòmics (dissabte passat aquí un valencià ens feia un arròs negre), la il.lusió de rebre productes alimentaris de casa, el no poder passejar tranquil.lament pel centre de la ciutat, i haver-se de limitar-se l’entreteniment (=quedar per menjar i beure) per poder estalviar alguna cosa!
Molts petons!!!
Hola pareja!
Gracias por esta «ventana» que abrís a África, como dice Julia es curioso el paralelismo en el comportamiento de los expatriados en países y continentes tan diferentes…contadnos más de cómo vive la gente en Tanzania!!
Besos y abrazos a los dos!
Me ha gustado leer la crónica. .espero q sigáis bien y disfrutando de esta nueva experiencia. Saludos. Poli
Hola,
Mi nombre es Carolina, soy química y hace ya año que dejé todo, mi vida como química en Inglaterra, y seguí mi corazón hasta Arusha donde ya habia estado por periodos cortos trabajando de voluntaria anteriormente. Conozco muy bien Sakina donde viví al principio pero ahora vivo en Swahilini, en una habitacion en las afueras, vivo sola, como una africana más, sin agua en casa, etc… de hecho, la única blanca del barrio. Trabajo en una escuela que está en la zona maasai.
En general, una vida tranquila. Nunca antes habia intentado contactar con la comunidad pero me gustaría mucho poder conoceros y quedar con vosotros. Estando sola, muchas veces se echa de menos la compañía de los tuyos.
Por favor, os agradecería mucho que me intentárais contactar. ¡Muchas gracias!
Hola, Carolina. Gracias por escribirnos, pero ya no vivimos allí desde 2013. Esperamos que disfrutes de Arusha y del magnifico país que es Tanzania.