Si uno considera que el paraíso es un lugar en el que se puede vivir sin prisas, es posible ir todo el año en chanclas (la temperatura media anual es 27º con una variación máxima de 5º), tiene playas de agua turquesa enmarcadas por palmeras y roca negra volcánica, cuenta con frondosos bosques húmedos llenos de plantas medicinales, la naturaleza es tan agradecida que se te cae una semilla y sale una planta, la comida es deliciosa, abunda el pescado, el marisco y la fruta sabrosa, la gente es amable y simpática y alquilar una casa no cuesta mucho dinero, entonces, lo hemos encontrado: Sao Tomé es el paraíso.
Pero en este paraíso no es todo de color rosa, también tiene muchos grises: más de la mitad de la población vive bajo el umbral de la pobreza, tiene unos precarios medios sanitarios (hospitales sin agua corriente, falta de material…) y educativos (escuelas en estado casi ruinoso, sueldo de un profesor: 60€/mes…), la falta de industria hace que, a pesar de la rica materia prima, casi todos los productos elaborados tengan que ser importados, el precio del transporte es elevado… Y si algo reluce, probablemente no es oro, sino latas de refrescos tiradas en cualquier sitio o algún otro tipo de basura.
Parece que los santomenses tienen el complejo de algunos pueblos colonizados: prefieren que alguien cuide ellos y les proporcione sanidad, educación y trabajo aunque el precio sea el de no poder tomar sus decisiones y elegir su destino. Muchas personas con las que hemos hablado añoran la época de la colonización y se lamentan de que ahora no les ayudan (aunque el 85% del PIB proviene de la ayuda externa) o de que alguien debería hacer eso que ellos no están haciendo o darles dinero para aquella otra cosa que necesitan. La sensación que da es que son muy apáticos, la fortuna de apenas tener que esforzarse para obtener lo básico para sobrevivir (este debe de ser de los pocos países pobres donde nadie se muere de hambre, tienen comida -frutas, verduras o caracoles- literalmente al alcance de la mano) se convierte, de manera perversa, en uno de los elementos que les impide avanzar.
Y con todo esto, con municipios y barrios donde no hay luz ni agua corriente, con una capital donde la mitad de los edificios y aceras están hechos pedazos, con carreteras en precario estado de conservación, con sus ocho meses de lluvia al año, tiene una belleza y un encanto irresistibles. Quizá, a pesar de todo, esto sí sea el paraíso. Al menos para quienes estamos de paso.
La foto es de escándalo. Para los que vamos de cara al invierno en la península se ve como una provocación. Menos mal que en el texto se nota un interés por no crear envidias innecesarias y la sección de penalidades -dormir en el suelo, pagar un Congo por un cuarto lamentable o luchar contra la burocracia- consigue arrancar en el lector una poca de lástima. Ánimo y a disfrutar del buen rollo de los países que tuvieron colonización latina.
Perfecta definición de paraíso. Y después de ver las fotos me habéis convencido. Esperadme que voy.
Baba cayendome sin parar…; me encantaría visitar Santo Tomé. Supongo que además será seguro, no?.
Un abrazo y suerte en el camino.
P.D a veces, al enviar mensajes , se queda la pagina colgada . Lo he probado en varios ordenadores.
que envidia… aunque seguro que no todo es del color de rosas que pintáis muchas cosas… ¡es simplemente ganas de hacernos rabiar!
Bueno, si se puede vivir bien sin industria, sólo que si estás acostumbrada resultará más difícil. Además ¿quién necesita edificios que tapen tan maravilloso paisaje? más besos A.
Hola «colaboradores» de Nora. Pues claro eso se hace con 35, con 12 y con 90 años…Why not? Just for fun¡¡¡¡¡
Me alegro de vuestra felicidad, dais bien bajoo esos árboles, una pareja muy burguesa…….y acomodada….Ç’est la vie mes amies¡¡¡¡ Los unos con suerte y nos por aquí muertos de envidia.
Cuando veas la calle Serrano no te lo vas a creer…….500.000€ del alal se ha gastado Galladón-Vampirón en la inaugración….Si,,sí,,,leeis bien la cifra…..ese es otro que trabaja mucho….en fin.
Tengan ustedes mi más gentil abrazo.
Andy