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Asia en Madagascar

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Dejamos Tana a los cinco días, con ganas de ver el país. Y lo que nos fuimos encontrando me recordó, en muchos aspectos, a Asia más que a África.

Lo admito. No abrí la guía antes de llegar al país. No busqué información ni me documenté demasiado, de ahí que todo esté siendo una sorpresa. Es cierto, el desconocimiento hace que uno pueda perderse muchas cosas o incurrir en errores culturales, pero también permite descubrir las cosas con la inocencia del primerizo. Como me pasó a mí. De repente y durante los primeros días me sentí como aterrizado en Asia, como si hubiéramos llegado a Indonesia o a mi querida Malasia… En las calles de Tana, pero también en ciudades posteriores del altiplano que recorre el cento del páis como Antsirabe o Ambostra, la gente es de piel morena (que no negra), de ojos achinados y rasgos finos, escasa nariz y pómulos planos. Pequeños cuerpos ágiles, en los que determinar la edad es casi imposible… Exactamente asiáticos. Si hubiera leído un poco antes de llegar, no me hubiera sorprendido: ellos llegaron aquí hace dos mil años, ni más ni menos. Cuando en Europa no sabíamos de la existencia de otros continentes (permítanme la licencia poética), aquí llegaron desde la península de Malacca navegantes del sudeste asiático con sus barcos, costeando por (la actual) India y África oriental… Y se quedaron y asentaron en el centro del país. Con el tiempo gentes de otros orígenes llegaron (África continental, Arabia) pero fueron tomando el idioma, costumbres y hábitos de los primeros pobladores de la isla.

La comida es otro elemento de sorpresa. Aparte de la previsible (por reciente) influencia francesa (café con leche de desayuno, bollería, baguettes maluconas, la vaca que ríe y la cantidad de platos preparados «a la francesa» en la carta), la manera de comer y la propia comida me recuerdan en cierta manera al continente asiático, sin tener su riqueza, variedad y efectos adictivos. Para nuestra alegría, y por contraste con Sudáfrica, hay chiringuitos, puestecillos, carritos y cualquier puesto de venta de comida imaginable. Triunfan las fritangas, que podemos encontrar casi en cualquier lugar a cualquier hora con sus aromas asiáticos: las samosas (triángulos de pasta briq rellenos de carne y/o verduras con especias) que nos transportan a India o lo rollitos nem (rellenos de tallarines de arroz, verdura y carne) que nos ponen en las calles de Hanoi. En los pequeños restaurantes populares, con tan solo dos o tres platos en el menú, triunfan la sopa china (aguadija con tallarines flotando) o los mi sao, ni más ni menos que tallarines fritos. Más por su precio, todo sea dicho, que por su calidad. Y el arroz… por supuesto, la esencia misma de la comida malgache. Es una de las mayores producciones de este país eminentemente agrario y ganadero. Y parte fundamental en su dieta. Como en Oriente, lo toman formato mazacote, pegajoso, pero de un grano algo más redondo que el de aquellos lares. Ellos lo toman de desayuno, de comida, de cena. Cuanto más pobres, más arroz y menos chicha. Y nosotros, encantados de poder pedir patatas fritas y verduras de acompañamiento, para cambiar de vez en cuando. Y salsas picantes (a echar a discreción y voluntad del consumidor) que harían temblar al mexicano más ducho en pimientos habaneros. A mí, mojando ligeramente la punta del tenedor para probarlas con la carne, me anestesian el labio y me zumban los oídos.

En pequeños pueblos el método de transporte local habitual es, ni más ni menos, que el pousse-pousse… vaya, que no sé el nombre en español, pero es ese carrito con asiento y respaldo en el que caben dos personas sentadas, tirado por un hombre que corre, descalzo, sudando, mientras tú vas cómodamente mirando la vida pasar… cualquiera que haya estado en Asia los habrá visto… pues aquí también. Cogerlos es constantemente un dilema: por un lado, piensas que es algo inhumano: tener un tío, delgado, fibroso, tirando del carrito, sudando, mientras tú, blanquito vago vas sentado y relajado… pero por otro lado piensas que es una manera honesta de ganar el dinero, que ese y no otro es su trabajo, que no contratándole ganará menos dinero del que ya de por sí gana y, además, ves que todo el mundo los coge, vaya, que no es una cosa de guiris turistolas ricos… Así que cuando hemos tenido que hacer desplazamientos largos en los pueblos (aquí de transportes públicos más bien poco, que esto es todo muy precario) los hemos contratado, por supuesto, regateando un precio razonable, lo cual, nuevamente, nos ha ocasionado más de un dilema: ¿cuál es el precio razonable por el esfuerzo físico de ese tipo, que cuando te deja está exhausto, sudado, apenas pudiendo respirar? En ese momento, todo precio (aunque sea la tarifa estándar) parece poca… pero bueno, a mí lo que más me impresiona es que, además de todo eso, lo hagan descalzos. Menudas plantas de los pies curtidas tienen que tener…

Del budismo o las religiones que en su día se trajeran desde Asia (los últimos en llegar de Oriente lo hicieron hace 500 años) por contra queda muy poco. Por no decir nada. De hecho parece que no hubieran traído ninguna pues aquí, la que domina, es la católica, por mayoría aplastante. En mitad de la montaña, en sitios remotos, misiones. En cada pueblecito, una iglesia. En cada ciudad, varias iglesias, congregaciones, incluso catedrales… Los misioneros franceses (católicos) y los ingleses (protestantes) se dedicaron y consiguieron extender la palabra del señor a casi todos los rincones del país durante el siglo xix, ganando los franceses, que luego, siguiendo a la religión, convirtieron en colonia al país. Previsible. Para el visitante es bonito ver como los domingos el país se paraliza. La gente saca las mejores galas, pomposas, floripondios y salen a misa, a primera hora. Ellos con traje. Ellas con vestidos blancos, sedosos, o de intensos y llamativos coloridos, salen con sus tacones caminando por calles de tierra, de sus casas sin electricidad ni agua corriente, para asistir a misa. Pasar por la puerta de alguna iglesia durante un servicio es frustrante: se oyen cánticos, están llenas a rebosar (sobre todo de gente jóven), se intuye que hay movidilla, pero uno, vestido de viaje, algo sudado y medio sucio tiene reparo por entrar a unirse a esa especie de fiesta que se celebra… Aquí la gente se lo toma super en serio, y no es plan ser el que destaque (negativamente) en un entorno tan elegante…

Pero todo esto es en el altiplano, una región de altura (1000-1500 metros), una región de cultivos de arroz en cualquier pedazo de tierra posible, de casas de dos pisos de ladrillos y tejas, de tierra roja, arcillosa, de colinas y montes y, desgraciadamente, de escasos y menguantes bosques tropicales. Oímos, leemos, que las cosas son diferentes en otras zonas del país. La riqueza étnica, natural, paisajística del país es uno de sus grandes atractivos. Otros paisajes, otras gentes, otras comidas… Estamos en camino a descubrirlas. Por ahora estamos camino a la costa. Seguiremos retransmitiendo…

Pablo Strubell

Editor de La editorial viajera, escritor y guía de viajes. Cuenta con dos grandes viajes a sus espaldas: Ruta de la Seda (8 meses, en 2005) y África de cabo a rabo (12 meses, en 2010-11). En sus pocos ratos libres escribe para este blog así como para Leer y viajar. Por si fuera poco, organiza las Jornadas de los grandes viajes. Y entre una cosa y otra, intenta viajar.

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comer, Dilemas viajeros, sorpresas, transporte

0 comentarios de “Asia en Madagascar”

  1. ANGEL ( DE BENICASSIM) dice:
    7 junio, 2010 a las 08:49

    Os seguimos leyendo y sigue pareciendo espectacular. Este finde os echamos especialmente de menos en la boda de Itziar «la morena»( pasamos las primeras dos horas sin conocer a ni una sola persona ). Mi mujer os manda recuerdos (creo que os envío un SMS desde la boda). La parte montañosa del noroeste de Mallorca no es Madagascar pero nos encantó.
    Mucha suerte con vuestro super-viaje

    Respuesta
  2. Elvira y Alejandro dice:
    7 junio, 2010 a las 14:22

    ¡Ánimo campeones!. Echamos de menos más crónicas, aunque sabemos de la dificultad que tendréis para enviarlas. Nos gustan también las fotos que complementan el texto. Ahora estaréis en Namibia donde el año pasado nosotros lo pasamos tan fenomenal. Allí la comida no es tan sabrosa como en Madagascar, pero el paisaje es sobrecogedor. Pasadlo bien. Un abrazo muy fuerte.

    Respuesta
  3. Lucía Caramés dice:
    7 junio, 2010 a las 15:17

    Qué pasada!!!un gusto leeros…dan ganas de coger la mochila y desaparecer un tiempito como vosotrossss…..yo tb soy de las que no abre la guia hasta llegar allí…hacer muuuchas fotos!! un beso enorme…

    Respuesta
  4. Miquel i Carme dice:
    8 junio, 2010 a las 20:48

    Espectacular.
    Cenozoic period:
    «India and Madagascar moved away from their original position nestling between the single landmass of Africa and Antarctica, and headed north.
    «Later, Madagascar rifted away, and remains as an island off the east coast of Africa. India, however, continued to move northwards until it collided with the Asian plate to form the Himalayas and Tibetan Plateau.»
    Keep enjoying – and surprising – yourselves!

    Respuesta
  5. Bgo dice:
    9 junio, 2010 a las 08:32

    Hola wapos, no os podéis ni imaginar la sensación que tengo de leeros con el potorro bien acomodaao desde una simple oficina en un triste pueblo de la Comunidad de Madrid, aaaaagggggggg que envidia cochina!!!!

    Itziar sabes que pako estuvo en Ghana esta semana, en unos talleres de música con el grupo Mastreta, ya te lo contará que ha sido muy chulo,..y si vais por allí el tiene a un amigo en la embajada,…

    muchos besosssssssss se os quiere!!
    bgo

    Respuesta
  6. Luisoncio dice:
    10 junio, 2010 a las 02:02

    Hola amigos: Resido en Valencia y esta noche y en la cama con la radio puesta para la escucha de la Onda Corta, os he escuchado en una entrevista en Radio Exterior de España. Me ha cautivado vuestra ‘odisea’ que aunque aún no concluída, es emocionante por lo leído hasta ahora en esta web.
    Además de felicitaros por vuestra labor, agradeceros que vayais transcribiendo vuestras vivencias para todos nosotros.
    Un abrazo muy fuerte y… !Ánomos!
    Un abrazo—–#

    Respuesta
  7. CARMEN dice:
    22 junio, 2010 a las 10:00

    Parece un cuento que nos vais narrando y es muy fácil mezclarse con lo que veis, aunque yo siempre digo que la vida del turista es muy dura, a la vuestra se une la del explorador y la del narrador.

    ¡Felicidades y suerte desde Madrid¡

    Respuesta

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¡Hola! Somos Itziar Marcotegui y Pablo Strubell, autores de esta web.

Amantes de los viajes como tú, en dos ocasiones lo hemos dejado todo para viajar sin fecha de vuelta: Pablo recorrió la Ruta de la Seda durante 8 meses y juntos recorrimos durante un año África de cabo a rabo.
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