Acostumbrados como estamos a comer en restarantes que desvirtúan la gastronomía de los países cuyas recetas tradicionales dicen cocinar, encontrar el Baobab en pleno corazón de Madrid ha sido toda una sorpresa. De las buenas, claro.
No es que la cocina africana sea tremendamente sorprendente o variada. De hecho, lo sabréis los que hayáis seguido nuestro blog, a nosotros nos pareció más bien lo contrario. Pero sí que hay platos que nos han encantado a lo largo de nuestro viaje.
Algunos de ellos los encontramos en Senegal y para gran sorpresa nuestra los hemos podido probar de nuevo en Madrid, tal y como sabían en los chiringuitos y puestos callejeros en los que comíamos durante el viaje.
De Senegal nos quedamos con el pollo yassa (cocinado con cebollas y limón), el mafé (que también lo preparaban en muchos otros países, y normalmente de pollo, guisado con una sabrosa salsa de cacahuete), el caldou (arroz blanco con salsa de cebolla y verduras, pasta de hoja de hibisco y pescado frito) y, finalmente, el thiebuyenne (pronúnciese «chebuyén») que es el plato con el que nos transportamos, nuevamente, a las calles de St Louis, de Ziguinchor, de Tambacounda… de nuevo, viajamos, pero esta vez a través de la comida.
El plato en cuestión (en la foto) es un lecho de arroz frito en tomate, verduras, y, sobre todo, aceite de palma, que le da un sabor (y pesadez) especial. Por encima, trozos de repollo, mandioca, zanahoria, pescado y pasta de tamarindo, para darle un toque ácido perfecto. Y las guindillas más picantes que hayamos probado, a gusto del consumidor.
Cada cucharada sabía exactamente igual a como lo recordábamos… y pronto descubrimos el secreto: en los fogones, una mamam africaine 100%, con su vestido y gorro de colores, dando lo mejor de sí para nuestra alegría. La nuestra y la de otros negros que poblaban el local, comiendo como si fuera su propia mujer la que les cocinara.
Repetimos unos días después. Como el local es tan, tan africano, de los 8 o 9 platos que hay en la carta, solo tenían disponibles dos de ellos (mejor así, todo bien fresco, cocinado del día) así que nos tocó repetir con el thiebuyenne pero pudimos probar la sopa kandja, un guiso de pescado con verduras bastante pesado y aceitoso… exactamente como en África.
Volveremos, claro, aún tenemos muchos platos que disfrutar y recordar. Y 7 euros por plato (perfectamente compartible entre dos personas) es un precio más que razonable por volar y pisar Senegal durante unas horas.
(Restaurante Baobab: Calle Cabestreros 1, entre Tirso de Molina y Lavapies; Ojo: cierra los martes)
Yo he estado allí!!
No puedo hablar de recuerdos de comida en suelo africano…..pero sí de comida preparada por manos africanas y con ingradientes procedentes de la tierra, bien cerquita de Senegal: Guinea Bissau…. Y madre mía si estaba rico… La próxima vez que repitáis, por favor, avisadme!
Besos….
Y sabéis en algún sitio de Madrid donde se pueda conseguir piri-piri?? Esa salsa portuguesa-mozambiqueña taaaan picante. Ya sea comprar la salsa o degustarla!
Gracias
Clara, no lo sé seguro pero yo diría que en Lavapiés debe de ser relativamente sencillo encontrar piri-piri en alguna de las tiendas en las que venden productos africanos. Ya nos contarás si la has encontrado.
Y si no la encuentras, puedes prepararla tú con pimientos picantes o cayenas, ajo, sal y limón o vinagre. No será lo mismo pero igual te calma la «saudade». ¡Suerte!