Viernes, 8 de octubre
Itziar
Ayer fuimos a Sao Tomé, teníamos que hacer gestiones para prolongar nuestro visado: comprar un billete para Gabón (sin billete de salida no tramitan la extensión de visado), hacer fotocopias varias, rellenar y entregar papeles en inmigración…
Nos surtimos de algunos básicos de supervivencia (como chocolate o galletas para esas comidas sin postre que nos dan en la escuela) y volvemos a la escuela con Nora.
Pablo ha flaqueado y ha tenido dudas sobre la utilidad (para escuela y alumnos) de quedarnos como voluntarios. Yo también dudo, mucho, pero como esto es también una experiencia interesante para nosotros, aunque a ellos no les sirva de mucho, al menos a nosotros sí lo hará y eso hace que quiera seguir adelante. Además, confío en que aunque sea un poco, solo un poco, y a unos pocos, muy pocos, de algo servirá.
Aprovechamos el viaje de vuelta para plantearle a Nora algunas necesidades que hemos detectado y algunas cuestiones que creemos mejorarían la escuela. Nos da luz verde a casi todo y nos anima a tomar las riendas. Ella conoce bien a los santomenses, sabe que si no los llevas de la mano o no lo hace una misma, casi todo se queda sin hacer.
Mientras esperan a Nora para volverse con ella a la ciudad, charlo con Neves y Ailton. Van tomando confianza y se van soltando, están perdiendo la timidez y ya no es necesario hacerles preguntas para que cuenten alguna cosa. Me hacen preguntas sobre informática, ¡parece que les interesa un poquito! Mientras, Mingo pide una cámara para ir a hacer fotos (y no las hace nada mal). Estas pequeñas cosas hacen que piense que lo que hacemos sirve para algo. Justo el empujoncito que necesitábamos.
Hoy no hay luz, no funciona el generador. Y no tiene mucha pinta de que lo vayan a arreglar en los próximos días. Así que a la luz de una vela Pablo empieza a enseñar a Mingo a tocar la guitarra.
Pablo
Regresamos a la escuela con Nora, en coche. Es una señora impresionante, no deja de fascinarme esta mujer: luchadora, con iniciativa, rigurosa… aun no entiendo cómo ha podido aguantar tantos años aquí trabajando con esta gente… Nos cuenta lo que ya sabemos (porque el Director lo soltó indiscretamente en uno de sus discursos nocturnos a la hora de la cena): que deja el cargo, que se va a final de mes. Nos volvemos a plantear qué pintamos aquí, en un barco en el que la tripulación se queda sin capitán… aunque repasamos propuestas de mejora que le parecen bien. “Háganlo, háganlo, no esperen a que ellos hagan nada”. Creo que si por ella fuera ya estábamos al mando de esto. Nos entendemos bien.
Tarde corta: dura lo que dura el sol. Solo tiempo a preparar un listado de cosas que el Vice puede contarle a Nora en su mail semanal que le envía con la contabilidad. Tipo: si han venido turistas, si hubo problemas con la electricidad, si hace falta reparar algo, si los estudiantes están bien… Alucinamos que tengamos que ayudar en cosas así pero Nora se desespera: si no pregunta explícitamente las cosas, no le informan de nada.
Leo un poco un libro sobre el turismo y desarrollo local en Sao Tomé, pero cae la noche y no tenemos luz y a la luz de la vela se hace difícil. Hago un té, lo cual no es tan fácil si lo tienes que hacer en un fuego hecho con leña. Enseño acordes de guitarra a Mingo, que además, viene a mostrarnos unas fotos que sacó esta tarde cuando se fue de prácticas con la cámara. Pequeñas cosas que piensas que lo que haces sirve realmente para algo. Aunque sea muy poco.
Cenamos espaguetis rotos con algo de sopa debajo. Básico.