Jueves, 7 de octubre
Itziar
Desayunamos pan solo, sin dulce. Porque Alguien («Alguien» es un ser misterioso que habita en Santo Tomè, lo mismo cierra una llave de paso de agua que cambia los platos de sitio, todo sin que nadie vea, oiga o sepa nada) tenía que haberlo preparado hoy y no lo ha hecho.
Segunda clase de informática. Lo bueno de tener solo un ordenador es que obliga a los que más les cuesta (me ha dicho Pablo que no debo escribir “zoquetes”) a ver y escuchar lo mismo varias veces. Aun así, tenemos tres chicos que no acaban de entender cómo va eso de crear un documento de Word aunque lo hayan hecho y visto varias veces. Con los dos a los que se les da bien hay que ir a otro ritmo. Como nos han prestado un portátil, tenemos dos clases paralelas.
Primera clase de fotografía. Pablo explica algo de teoría y después nos lanzamos a hacer fotos. Con la cámara de la escuela y dos de las nuestras empiezan con retratos para seguir con paisajes, la escuela, una fruta de cacao… Cuando salimos a la calle cuesta un poco que no se despisten con uno que pasa en moto, cogiendo un coco, siguiendo con la boca abierta a esas chicas tan monas, … Menos mal que algunos son aplicados y logran que no nos desesperemos.
Pablo
Día duro de trabajo: sesión doble. Primero, exhibición en informática: Itziar se tira una hora para que tres alumnos aprendan a crear una carpeta en Mis Documentos, abrir un texto en Word y guardarlo en esa carpeta. Dudo (Itziar supongo que también) de que se acuerden de nada de lo que ha pasado en este aula el martes próximo.
Luego fotografía, desde cero. Vaya, plan explicar que ese objeto que tenía en la mano es para sacar fotografías. Entrenamos a meter las pilas mal, la tarjeta de memoria al revés y salimos a hacer prácticas. Retratos de cabezas cortadas, paisajes sin cielo, planos cortos desenfocados… son capaces de cosas que no creí que hubiera que explicar. Por lo menos se divierten en equipos de dos, fotografiándose los unos a los otros en ejercicios que les puse de dudoso provecho. Suerte que Itziar está conmigo: son más zoquetes de lo que pensaba que se podía ser.
Agotados nos vamos a la ciudad porque mañana tenemos que gestionar nuestra extensión del visado: quedarnos de voluntarios supone que se nos caduca y hay que ser legales… Aprovechamos y compramos el billete de ida a Gabón: el 22 de octubre regresaremos al continente africano.
Cenamos con Nora (y nos alojamos en su casa: menuda ducha nos damos!) en el Paraíso de los Grelhados, discutiendo sobre la escuela y poniéndole al día de lo que pasa allí dentro. Ella solo pasa unas horas los viernes, del resto sabe lo que le cuentan… o sea, poco, mal y tarde. Suerte que está ya de vuelta de todo y les conoce como si les hubiera parido.
He leido todo (como es habitual) y me lo habeis hecho imaginar; me cae bien el chaval de los cocos y odio al director ese… Eso es integrarse y lo demás tontería. Por cierto , Itziar , Pablo sí que ha dicho claramente «zoquetes».Esperamos buenas nuevas
Mucha suerte y ánimo