Lunes, 4 de octubre
Itziar
No sé si me despierta el calor o los gritos de los niños de la escuela pública de al lado. De noche este es el lugar más plácido del mundo pero los días de escuela o hay niños jugando junto a la escuela a grito pelado o, si están en clase, se les oye repetir a coro las lecciones de los profesores.
Las 7:20, hora del desayuno. Wander compra el pan y hace un escrupuloso reparto de las hogazas según cuántas le ha pedido cada chico. Porque la escuela paga las comidas de los chicos pero no el pan y el dulce del desayuno. Nora dice que la comida es lo único que los motiva, así que se ponen a trabajar si se tienen que comprar el pan y el azúcar para hacer dulce (la fruta solo tienen que recogerla de los árboles).
Hoy también hay electricidad casi todo el día, así que aprovechamos para actualizar los ordenadores y preparar las clases mientras los chicos se dedican a la artesanía, que es lo que les da comer. A las tres de la tarde pedimos ayuda a Gustavo para traducir al portugués un documento que queremos darles y nos encontramos en una de esas situaciones que nos desconciertan:
-África de cabo a rabo: Gustavo, necesitamos que reviséis la traducción para la clase de mañana.
-Gustavo: Wander os puede ayudar.
-ADCAR: Wander está aquí?
-G: No, viene “de aquí a nada”.
ADCAR espera cerca de una hora. Ni rastro de Wander.
-ADCAR: Gustavo, Wander tardará mucho?
-G: Bueno… ha ido a la escuela nocturna.
-ADCAR: A qué hora termina?
-G: A las 21:00.
ADCAR queda perpleja con la conversación. Sobre todo cuando a las 19:00 Wander aparece…
Pablo
Preparando una clase de fotografía (que no me apetece dar) destinada a gente que solo ha visto una cámara de fotos en manos ajenas, me agobio de tal manera que, siendo el primer día lectivo, ya quiero dejarlo. De repente me da un ataque de lucidez y me doy cuenta de que las dos o tres semanas que vamos a estar aquí no van a servir de nada. Pretender hacer algo, mejorar rutinas de la gente, concienciar o inculcar algún valor en tan solo tres semanas es sencillamente utópico viendo un poco como piensan, razonan y trabajan. Tenemos una lista de ideas para implementar que ahora se me antojan infinitas. Creo que con hacer las 4 primeras (de las 20 o 30 que pudiéramos tener) sería suficiente o más bien, un éxito.
Por suerte Itziar es más optimista y me reconduce a la normalidad. Dedicamos el resto de la mañana y la tarde a preparar la clase estrella de nuestra presencia aquí: la formación en turismo (o cómo ayudar a que esta gente aprenda a recibir de una manera profesional a turistas en su escuela). Traducimos con Google del español al portugués el documento que hemos preparado, visto que los más expertos en el idioma, o sea, Gustavo, parece estar permanentemente ocupado. Eso sí, tiene a bien revisarlo con nosotros, a última hora de la tarde.
Hemos pasado el día entero sin agua otra vez. Cenamos lo mismo que comimos: espaguetis con unos trozos de pez espada fresco y a las 20h estamos en la cama.