Martes, 12 de octubre
Itziar
Clase de informática. Tenemos dos ordenadores, unos de los que no funcionaba resucitó (después de hacerle el boca a boca con un disco de arranque), así que hoy hacemos dos grupos. Me quedo con los más zoque… con los que tienen más dificultades. Una hora entera para hacer muy poco (que casi seguro que en la próxima clase no recordarán) pero me porto bien y no pierdo la paciencia. Vigilo a Pablo con el rabillo del ojo y parece que él también se contiene (bastante). En la clase de turismo los ponemos a preparar una habitación y no encontramos una sábana grande para una cama grande (éste es el tipo de cosas que tenemos que explicar, así está el patio). Preguntamos a todo el mundo. Nada. Revolvemos el armario. Nada. Intentamos estirar las sábanas pequenhas a ver si… Nada. Hasta que a Pablo se le ocurre mirar en otra habitación. Bingo! Efectivamente, una sábana grande colocada en una cama pequenha. Parece una tontería pero cuando el material escasea, es un problema. Así que nos toca hacer inventario de sábanas. Esto del voluntariado está lleno de momentos enriquecedores… Otra vez tenemos turistas que, además de a dormir, se quedan a cenar. Con los de ayer, los chicos lo hicieron bastante bien. Con los de hoy, también. Pero como no acaban de entender qué es eso de planificar, meten la pata sacando el postre después de la sopa porque piensan que no hay segundo plato. Menos mal que el director está al quite y que todo el mundo entiende que esto es una escuela…
Pablo
Nora me pide que me siente con el Director a responder un email: simplemente los leen, pero no los responden. No lo consigo: me dice que me avisa cuando lo tenga. Según me voy le veo sacar la libreta y como empieza a escribir la respuesta en el papel, a mano. En eso pasa una hora. Cuando me llama para revisarlo se va la luz. No podemos enviar el mail. Así todo. Luego pierde dos horas con dos parejas de turistas que vienen a visitar la escuela, ni que fueran una misión especial de la embajada de nosedonde. Total, solo para contarles lo que hacemos… Cuando ya podría ser la hora de trabajar, es la de comer. Ha perdido toda la mañana. Nosotros casi también: primero clase de informática (enseñando a escribir en word, cambiando colores y tamaños a las letras) y luego de turismo: preparando la habitación de los turistas que estuvieron ayer. Los chavales están muy alterados, se creen que lo saben todo y los errores que cometen les dan igual (o eso parece). Adolescencia, ¿era yo así? Dí que no, mamá. Llegan más turistas, esta vez portugueses. El director les recibe con mucha pompa pero no le dice los precios ni de las habitaciones ni de la comida. Aún así se quedan. Vamos apañados. Por la tarde el Vice, antes de irse al colegio, les dice que pueden hacer caminatas, que son muy bonitas, y se queda tan ancho. Mañana les promete más info. Nosotros pasamos la tarde haciendo inventario de sábanas. Las hay dobles e individuales. Los chicos son capaces de usar indistintamente unas y otras, quedándose tan anchos. Hay un cacao tremendo. Mientras se quedan curioseando, nos vamos a celebrar con una birra el fin del día al pueblo. Cena examen para los chicos, que pasan con nota, para mi sorpresa. Eso sí, por más que les decimos que siempre pongan cuchillos, no hay manera.