(Göreme, Capadocia, 4 de mayo de 2005)
Pues sí, amigos y amigas, aquí estoy de nuevo. Esta vez desde el corazón de Capadocia: ¡Goreme! Después del buen sabor de boca dejado por el primer escrito (por cierto, gracias a todos por la cantidad de mensajes que he recibido… pero que no he contestado… ¡perdón, estoy bastante desconectado!) me siento a escribir en un cibercafé este famoso pueblo.
Lo es por dos motivos: por encontrarse en el centro de Capadocia y por que la mayoría de él está construido en la montaña o, mejor dicho, horadado en los peñascos y formaciones rocosas tan características de esta zona. De hecho Goreme quiere decir «que no se puede ver» ya que antiguamente no había edificios y las casas, escavadas en la montaña, quedaban camufladas ante los ataques invasores (o que sé yo).
(Por cierto, tengo que pedir perdón por las faltas de ortografía, la ausencia de acentos, de ene, o bueno de esa N con el palito encima, y demás, porque este es un teclado turco y bastante que estoy consiguiendo escribir algo…)
Lo bueno de estar en este pueblo no es que quede oculto, sino que desde él se pueden visitar fácilmente los numerosos valles que lo rodean. El lunes estuve caminando por el Valle de las Palomas (ni palomas ni nada, por cierto), el valle Blanco (este sí, con un nombre más acertado) y finalmente por el curioso Valle del Amor (y me pregunto, ¿por qué no le llaman el valle del sexo? O mejor aún (porque sería más adecuado) el Valle de las Pollas o bueno, de las vergas, los penes o los falos… comprenderéis lo que digo al mirar las fotos ¿o no? En fin, que me paso el día de caminatas por valles, áridos pero con fértiles. ¿Lo mejor? El silencio, la soledad, la tranquilidad… y el que no tengas que salir a recorrerlo con guías ni que te cobren por disfrutar de esta maravilla.
Y ayer disfruté como un enano (por cierto, chicos, tobillo en mejoría…): 8 horas de caminata casi sin paradas, de 10 de la mañana a las 6. Descubrí remotos valles, formaciones rocosas inverosímiles, miles de pájaros volando y cantando, y unas cuantas iglesias excavadas en la roca bastante espectaculares. También las rocas en sí mismas son muy bonitas, con sus variaciones y gamas de colores: rojo, blanco, amarillo, naranja…
Y el hecho de estar solo hace que sea una experiencia muy especial, en contacto con la naturaleza… Apenas te cruzas con nadie en los valles, aunque siempre hay gente (agricultores, trabajando en sus pequeñas parcelas), con lo que si pasa algo sabes que te ayudaran, sin tener que soportar hordas de turistas (que también las hay) paseando en manadas, ya que la mayoría de caminos requieren tener una buena forma física y la mayoría se limita a verlos desde el autobús.
Esta zona me recuerda mucho, pero mucho, a construcciones y detalles del genio de Gaudí. Visto lo visto, me parece que debió estar en Capadocia (o la conocía bien): es como si muchas ideas las sacara de aquí… (de hecho hay un libro que habla de eso, que un día vi en Altair, o eso me parece…).
Hace un frío de cojones (perdón) o eso me parece, como para estar todo el día dando vueltas por el campo: estamos a 8 grados, por eso hoy me he refugiado un rato en el cibercafé (1 hora 3 liras turcas, es decir, casi 2 euros, o sea, un robo) y me estoy cebando a tés para ver si entro en calor… Estos días ha llovido también, pero, mira, lo bueno de Capadocia es que hay miles de refugios (antes casas) excavadas en la roca, con lo cual siempre se puede guarecer uno fácilmente si te pilla la lluvia a mitad de recorrido… y eso está bien.
Esta tarde noche salgo, en autobús nocturno, hacia Urfa (o Sanli Urfa), ciudad casi en la frontera con Siria, a la que voy por primera vez. Al parecer, es bastante arabe en su carácter, lo cual es bastante lógico…
Y bueno, esto es todo por hoy. Ah. Por el momento sigo bien, aun no he pillado nada raro en el estomago y soy feliz (aunque haga frió)
Abrazos y besos a doquier
Pablo
PD: Por cierto, que sepáis que en Canadá también juegan a La pocha, así que es un juego de cartas internacionalmente conocido que no solo se juega aquí y en Cataluña (La podrida). El juego es básicamente el mismo, pero con un carácter más benévolo ya que cuando se pierde no se resta, lo cual es un poco tonto pero bueno, Canadian rules. (Evidentemente, esto lo he aprendido en el hostal con otros mochileros…)
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