Mario Romera Pérez, de 39 años, ha estado viajando a dedo durante 6 meses desde México hasta Ecuador, pasando por todos los países de Centroamérica. Un viaje en solitario, explorando y fotografiando todo lo que veía a su alrededor.
En la entrevista nos cuenta algunos momentos mágicos vividos con las gentes que le han llevado en autostop y acogido en sus casas; otros momentazos subiendo a volcanes o visitando lugares históricos; pero también algunas situaciones impactantes, como cuando vivió un terremoto, vió un asesinato o fue amenazado de muerte para intentar robarle.
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Mario Romera Pérez, un músico de Castellón de la Plana (España) es un amante de los viajes, que antes de enfrentarse a esta aventura por Centroamérica ya había hecho viajes largos. Uno de varios meses por el sudeste asiático, el Camino de santiago en bici, luego 4 meses por México de mochilero con Ana da Silva o, en 2019, un viaje en bici de 2 meses, de Castellón hasta Palermo (Italia) casi 5.000 km. de distancia.
El viaje a dedo por Centroamérica lo inició en enero de 2022, y acabó en julio de 2022 en Ecuador.
México fue un país de transición, pues ya lo conocía. Apenas llegar a Cancún (el vuelo más barato) emprendió rumbo a Belize. Cruzar la frontera fue una odisea, llevaban dos años sin entrar ni salir nadie, hacía pocos días que la habían abierto para los extranjeros pero los beliceños no podían salir del país. La gente tenía ganas de contacto con los forasteros a pesar de que el carácter de los beliceños es diferente al de los latinos. En este país visitó diferentes poblaciones, pequeñas ciudades y comunidades garífunas. Es un país muy fácil para el hitchchinking.
Siguió por Guatemala visitando la gran mayoría de lugares icónicos como Tikal (que colmó sus expectativas),el lago Petén Itza, Antigua, Chichicastenango o Lago Atitlán entre otros. Allí sintió su primer terremoto, de 6.8, estando dentro de su tienda de campaña: una experiencia que era nueva para su cerebro y sus sentidos, que le despertó a mitad de la noche. También subió al Acatenango y el volcán de fuego con su propio material, una experiencia muy dura pero espectacular. Eso sí le tomó al menos cuatro días recuperarse, estaba destrozado.

En El Salvador disfrutó del Salto de Malacatiupan, subió el volcán de Llamatepec en Santa Ana, visitó la tumba del asesinado Monseñor Romero en la decadente capital, durmió con unos militares (escuadrón antinarcóticos) en la frontera con Honduras y pudo disfrutar mucho de sus gentes. En El Salvador estuve justo antes del estallido del conflicto entre el Gobierno y las maras, en que mataron a un montón de gente, llegando a imponer el toque de queda.
El primer día que cruzó a Honduras fue testigo de un asesinato de un chaval de 26 años en un mercado a dos minutos de su habitación en un mercado, algo que le impactó mucho. Visitó San Pedro Sula, su capital, que había ostentado el récord de ser la más violenta del mundo. De ahí fue al mar Caribe en busca de más garífunas y un ambiente relajado (Tela, Islas de la Bahía etc.) y luego la parte del central y Pacífico: las Cataratas Pulhapanzak, Comayagua, Tegucigalpa, Choluteca, etc…
Al cruzar a Nicaragua encontró que la población era más tranquila y sonriente. Visitó el cañón de Somoto, León, Granada, litoral pacífico, Ometepe y Matagalpa, donde estuvo alojado con una familia en una finca de cafetales que había protegido a guerrilleros, lo que le permitió tener gratas conversaciones sobre ello y la impunidad de los gringos en aquella época etc.)
Al cruzar a Costa Rica comprobó mucho mayor nivel de desarrollo. Un camionero que le recogió le invitó a dormir en su cabina, con él. Fue a poblaciones locales sin nada de turismo, y luego a San José, donde estuvo varios días con unas ticas en su casa y pudo conocer la otra Costa Rica, la no turística, la de los burdeles, el alcohol y la gente tirada sobre el suelo en la propia calle. Conoció el centro del país, y debido a que en la Costa Pacífica las temperaturas alcanzaban los 40ºC decidió ir hacia el Caribe, más húmedo y fresco. Disfrutó la verde ruta que une la capital y Limón. De ahí al reducto de Puerto Viejo, turístico pero con varios parques naturales gratuitos.

En Panamá tras pasar por Bocas del Toro, acabó unos días en Loma Partida, con una familia de gringos, hippies e inventores. Habían comprado unas islitas en medio de los manglares, construido unos domos de hormigón, se movían en patinetes acuáticos eléctricos, (hechos con sus propias manos) que vivían allí, educando a sus hijos entre canales acuáticos, naturaleza y la soledad.
Desde Panamá City tomó un vuelo a Cartagena de Indias (Colombia), la forma más barata de sortear el Tapón de Darién. En Colombia invirtió más tiempo, explorando páramos, ciénagas gigantes en el Caribe, playas selváticas, nevados, volcanes, cadenas montañosas… Pero también sufrió mucha lluvia, calor fuerte y húmedo, así como frío en algunas zonas. Visitó las dos únicas zonas secas: el Desierto de la Tatacoa y La Guajira, donde sufrió un atraco con amenazas.
Su viaje acabó en Ecuador, desde donde decidió regresar a España, exhausto tras seis meses de viaje, con ganas de tomarse un parón y asimilar todas las experiencias vividas en este tiempo. Deseaba disfrutar del verano mediterráneo, organizar todas las fotos, darle forma a los relatos que ha empezado a escribir y planificar nuevas aventuras.
Fotografías de su viaje y relatos en: Instagram

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Sintonía de inicio: Lohstana David – Dans un petit verre d’eau – Licencia Creative Commons (obtenida desde http://www.jamendo.com)
Canción cierre: HiGhMaS, de Ska One (License: http://creativecommons.org/licenses/by/4.0/)