“No, no fui. Me dijeron que era un lugar muy turístico” me comentó un conocido el otro día. Regresaba de Camboya, por donde había viajado durante unas semanas y, sorprendentemente para mí, reconocía con tranquilidad no haber visitado el impresionante templo de Angkor Wat. Me quedé estupefacto, la verdad, tanto como cuando otro amigo me comentó algo parecido de su viaje por Perú, pues había dejado de visitar, intencionadamente, Machu Picchu. “Demasiado turístico” era, nuevamente, la excusa.
En ambos casos sentí pena y cierta incomprensión: después de cruzar medio mundo habían dejado de visitar aquellos lugares mágicos. Sí, es cierto, son lugares ampliamente conocidos, retratados en infinidad de fotografías, profusamente documentados y visitados por miles de personas al año. Pero también son algunos de los lugares más importantes de nuestro planeta, culturalmente hablando. No son los únicos: hay más emplazamientos icónicos que se han convertido en lugares de peregrinación turística, pero qué remedio… ¿Cómo no iba a ser así? El Taj Mahal en India, las pirámides de Egipto, la Gran Muralla en China… los ejemplos son numerosos.
Lo verdaderamente relevante es que todos estos lugares comparten características que los hacen únicos e imprescindibles en toda visita a alguno de esos países. Sin excusas: ayudan a comprender un lugar, una cultura, un país, una época. A través de su arquitectura, de su localización, de su riqueza natural, de su simbolismo acercan al visitante al país, a su historia, a su pasado. Y ayudan a comprender la realidad, la actualidad, a partir de lo que un día fueron y significaron. ¿Acaso no son estos algunos de los motivos por los que viajamos?
Es cierto que muchos están masificados. Por algún motivo será: estos no son lugares creados artificialmente para satisfacer los caprichos del visitante y lograr así ganar dinero con cualquier excusa. Tampoco son guetos para turistas, aislados del entorno donde se encuentran. Ni paraísos encumbrados ficticiamente a base de promoción y mercadotecnia, en los que importa poco encontrarse en Brasil, Zanzíbar o Tailandia. No, no lo son y por eso precisamente vale la pena hacer el esfuerzo de visitarlos, aún con sus inconvenientes.
Hay muchas maneras de acercarse a ellos esquivando las hordas de visitantes que aspiran a verlos y fotografiarlos. Madrugar es una de ellas. O esperar a última hora. O ir en temporada baja, simplemente. Cierto es que en torno a ellos ha brotado una industria turística implacable, que aspira a exprimir económicamente al visitante, pero al viajero curioso no le será difícil escabullirse de ella, buscando alojamientos locales, pequeños restaurantes familiares, empresas de guías no agresivas… Más difícil será, eso sí, sortear el elevado coste que suele tener acceder a ellos… aunque inevitablemente ese sea el precio que hay que pagar por contemplar, comprender y descubrir alguna de las maravillas que este mundo nos ofrece.
Efectivamente, lugares como Angkor Wat se masifican de una forma agobiante… siempre y cuando tu quieras seguir el ritmo del resto. Como dices, hay formas de sacarte un buen número de gente (por ejemplo el templo central se hipermasifica al atardecer, que es su mejor luz…pero si vas en otro momento, desaparece 1/3 de la gente). No ir a un sitio por huir de lo turístico me parece el colmo del «viajero intrépido».
Reconozco que yo soy de las de «no fui, me parece demasiado turístico» más veces de las que debería, y que tienes mucha razón en lo que dices (me pasó hace poco con Angkor Wat, yo tampoco he ido). Coincido en que hay sitios que una no debería saltarse pero a veces con tanto visitante, puesto de souvenirs, guías, fotos, negocios surrealsitas, palos selfies, carteristas… De verdad que todo eso me supera y prefiero no hacerlo, o hacerlo de otra forma (las horas intempestivas suelen ser una de mis opciones). Además, ¡hay tantas cosas que ver! Supongo que pienso que a sitios importantes siempre puede una ir o volver, y que prefiero los lugares sin turistas, o con cuantos menos turistas mejor. Creo que tanto viaje me está volviendo un poco hater… Je je je.
Bueno, en el caso de Angkor Wat, eso de madrugar no funciona. Creo que había mucha más gente que a las 9, cuando ya había salidoo el sol.
Pero los lugares turísticos forman parte del patrimonio del país, y nos guste o no, se convierten en un «must».
Os dejo mi experiencia en Angkor, precisamente 😉
http://www.viajarlocuratodo.com/angkor-wat-el-mejor-amanecer-del-mundo/
Coincido contigo en muchos aspectos.
Eso sí, has olvidado comentar el «daño» que para mí están haciendo todos esos bloggeros que, después de disfrutar de lugares más o menos únicos o secretos, los han «compartido» con los demás.
Entrecomillo lo de «compartido» porque en realidad pienso que lo que hay detrás es un afán por sacar rendimiento económico a sus «descubrimientos», sin pensar en la posible masificación a la que están contribuyendo.
Pero supongo que ellos pensarán «da igual, yo ya lo disfruté cuando no estaba masificado».
Pero supongo que esa es la ley del mercado…
Al menos me complace pensar que, a largo plazo, nadie se enriquecerá por ayudar a masificar destinos.
Tienes toda la razón Pablo. Viajar es descubrir, ser curioso, contemplar, aprender y reflexionar. Demasiada gente se justifica el no visitar lugares emblemáticos del planeta por el hecho de nadar contracorriente. Conocí un viajero en Lalibella que no visitó sus iglesias por no pagar los 50€ de entrada. Imagínate mi cara…..
La belleza de viajar en estos tiempos es que cada vez es más asequible y por consiguiente masiva, para bien o para mal. Pero (desde mi punto de vista) eso no quita descubrir esos iconos masificados que aún así te quitan el hipo. Siempre habrá tiempo de sentarte en un rincón apaciblemente, como si de un francotirador de escenas se tratara, y aguardar a que por arte de magia, aunque sea por unos breves minutos, desaparezcan las masas y puedas disfrutar de la belleza del lugar solo (o casi). Algo así, aunque no me creáis, me pasó en el Hermitage en agosto.
Y también cabe perderte por destinos menos «fáciles», donde la cerveza no está fría y no hay bares por la noche. Allí seguro que no te encuentras a nadie. Si acaso algún local con quien compartir un rato de charla. Pero claro… ¿Para que vas a esos destinos? Si no hay nada que ver…..
¿Por qué será que siempre estamos intentando huir de otros viajeros (o «turistas» como a veces queremos despectivamente catalogar a otros, porque nosotros somos más viajeros que Marco Polo)? Estaba escribiendo un comentario exponiendo todas las razones por las que no fuí a Machu Picchu -algo que siempre levanta las cejas de mis interlocutores, como si fuera un sacrilegio haber estado en Perú y no haber dejado mis buenos dolaritos para ver obras reconstruidas con lógica mercantilista, perdón, lo tenía que decir- pero me detuve a pensar por qué nos esmeramos tanto en huir de nosotros. Qué mejor que compartir la sensación con miles de personas que van a un lugar en busca de lo mismo para encontrar algo que solo a cada uno le pertenece. En fin, odio el tumulto, me desmotiva y me exaspera, pero creo que tenés razón, y hay lugares, que por más que se ponga en duda su originalidad, merecen nuestro tiempo, paciencia y respeto.
Yo creo que se lleva creando hace ya unos años un snobismo viajero-mochilero que no me gusta un pelo, todo es en plan «soy mas guay que tú», es el postureo llevado al extremo más absurdo. Decir que Camboya esta turísticamente masificada es de traca, o Vietnam, incluso las catataratas de Iguazú.
La única diferencia entre un viajero o un turista es la forma en la que vemos el viaje, y como se viaja, pero lógicamente hay que ver los mismo. Perderse el Taj Mahal, la Bahía de Halong, o el pedrolo de Sigiriya porque hay turistas es snobista, irracional y para hacérselo mirar.
Yo al menos viajo para ver esos grandes hitos humanos, para disfrutar de ellos, por curiosidad, pero no solo estos le dan sentido al viaje.
Además deberíamos de tener respeto por todos aquellos que viajan, independientemente si después de hacer una excursión se marchan a un hostel o a un resort de 5 estrellas.
Te doy toda la razón, Pablo.
A pesar que soy de las personas que «odia» las hordas de turistas, no dejo de visitar los lugares emblemáticos de cada país; intento hacerlo como aconsejas: cambiando la hora de mayor afluencia.
Y sí, me asombra que la gente no visite esto o aquello, alegando ya lo hará en un próximo viaje ¡Con la de países y lugares que hay por ver!
Un abrazote.
Es una lastima que la masificacion de estos lugares acaben con la calidad de este turismo y estos lugares. Debe ser regulado y controlado porque podra deteriorarse en el futuro.
Después de ver Efeso me da un perezón terrible ir a ver según que lugares… no es cuestión de turistas de primera y de segunda. Es cuestión de cantidad de gente, de creer que estás en unos grandes almacenes haciendo cola para hacer La foto o de no poder disfrutar de un monumento porque tienes 50 personas detrás que quieren verlo tan bien como tu.
Tiene difícil solución. Mucha gente que quiere ver el mismo lugar el mismo día y es muy difícil abstraerse, al menos a mi me resulta imposible.
Soy de viajar mucho y siempre elijo lugares fuera del turismo. Sobre todo para evitar tanto aglomeramiento de gente. Me gustó mucho tu blog. Gracias por compartir tanto 😀 Abrazos
Aunque prefiero visitar lugares que permitan obtener una gran vista, y llevarme una buena impresión, las grandes ciudades lo ideal es visitarla en temporada baja. Gracias por tan interesante sitio.
A mí me gusta visitarlos cuando no hay tanta gente, la verdad si pierden gran parte de su atractivo con la cantidad de comerciantes y gente solo tomándose fotos sin disfrutar el lugar, a mi si me da un poco de coraje esa situación, aun así cree un sitio http://viajespormexico.mx/ el cual tiene maneras de como viajar de una manera diferente.
Concuerdo con tu publicación amigo, muchas veces no apreciamos los pequeños detalles o lugares que nos ofrece un nuevo lugar por visitar. Sin embargo, a veces tenemos que hacer sacrificios con el fin de conseguir unas buenas fotografías para el recuerdo.
Por ejemplo, yo me dedico a documentar los lugares turísticos de Durango y pese a que a veces hay mucha gente, vale la pena esperar por una buena fotografía.
Saludos.
Que buen tema de debate. Muchas gracias Pablo.
Me viene a la cabeza el libro de «el camino mas corto»,del querido Manu Leguineche , por remontarnos a referencias de nuestra época, en ese viaje en los años 60 dando la vuelta al mundo, donde el viaje se iba haciendo sobre la marcha y donde no existían las facilidades que hoy da internet.
El mundo viajero ha cambiado con la generación internet. En la actualidad todos tenemos, más o menos, mucho de turistas. En los últimos años el boom y la moda de viajar a destinos lejanos exóticos y diferentes ha sido increíble, donde vamos a agencias de turismo para decidir si vamos a Canarias y salimos con un viaje a Vietnam, por cierto, dos destinos igual de fantásticos.
Creo que el mundo y sus gentes son tan maravillosos, que poder visitar míticos lugares como las pirámides de Giza, Angkor, Machu Pichhu, Santa Sofía,… es un privilegio y un lujo que no deberíamos perdernos, ya que estamos de visita en ese país, independientemente de si hay muchos turistas visitándolos a la vez que nosotros. Si puedes encontrar un día con menos gente, o como un día con mejor clima, pues genial, pero si no, hay que adaptarse y de paso también colaborar de alguna manera con la economía del país que visitas.
También recomendaría la lectura de otro libro » De turista a viajero» de mar Ripoll, donde de manera amena y divertida, disecciona las formas de viajar, los tipos de viajeros-turistas, detalles prácticos… El libro es del 2001 , o sea que este tema ya viene de años atrás.
Ahora la incógnita es saber si volveremos a poder viajar de la manera que nos guste a cada uno.
saludos a tod@s
¡Gracias por tantas aportaciones y reflexiones!
[…] Sara de 2017 sigue respondiendo que sí: ¿Lugares turísticos? ¡Sí gracias! […]