Y de repente, nos plantamos en Namibia. Como quien se quita una tirita, rápido, deprisa, para que no duela, salimos de Madagascar, nos metimos en Sudáfrica y en dos días estábamos fuera, en pleno secarral, en el corazón de Namibia. Varios miles de kilómetros en apenas 72 horas. A veces, en África resulta que se puede ir muy deprisa…
Pues sí, volvimos a Sudáfrica pero, tras haber estado más de un mes en abril y mayo, teníamos ganas de ver cosas nuevas, ganas de cambio. Sudáfrica no ofrecía nada nuevo. Necesitábamos un día de gestiones en Johannesburgo, que acabó significando pasarse el día en el centro comercial y nos permitió recordar lo que habíamos vivido (y lo que nos había disgustado) dos meses atrás: un mundo de blancos gravitando en torno a centros comerciales; un país en el que solo los negros caminan (y sin coche estás perdido, se necesita para todo); una ciudad paranoica con la seguridad, con las alambradas, con las alarmas; un país claramente segregado, los blancos por un lado, los negros por otro, con mucho cuidado de no mezclarse más allá de lo imprescindible… y las enormes burbujas residenciales de los blanquitos, tan distantes de los townships en los que los negros fueron expulsados a vivir… y donde siguen estando.
Así que con ilusión, nuevamente, nos largamos de Johannesburgo, pero en la dirección opuesta: hacia el oste, por carretera, otra paliza de 18 horas de autobús seguidas. Poco había que ver en el centro norte del país según nuestras guías. Bueno, sí, el desierto del Kalahari y el Parque Nacional Transfronterizo Kgalagadi pero la necesidad de alquilar un caro 4×4, el carísimo alojamiento dentro del mismo y las ganas de entrar en Namibia hicieron que lo hayamos dejado para una próxima visita.
Según avanzábamos pensábamos en lo diferente que era de Madagascar. Cruzamos el país en un autobús de dos pisos, tumbados en nuestras cómodas butacas; la carretera, perfectamente asfaltada, nos permitía ir a 100 kilómetros hora, nunca visto en los últimos dos meses; el billete, que nos costó lo que habíamos gastado en transportes en las dos últimas semanas; los insulsos restaurantes de comida basura de las gasolineras volvían a ser nuestra única opción para comer; tampoco nadie se dirigió a nosotros, muy aséptico todo; y, por supuesto, nada de pollos ni pasajeros amontonados unos encima de otros… eso sí, en lugar de videos musicales estridentes, nos tocó sufrir videos (película incluida) de publicidad cristiana.
Los cruces por tierra de fronteras tienen algo de terrorífico, de acojonante. Sin embargo, en mitad de la noche, el control de pasaportes fue fácil y sencillo. Los unos encantados de dejarnos salir una vez vieron que teníamos el historial policial limpio y otros encantados de que entráramos a gastar nuestros euros en su país. Y a las dos de la mañana el autobús nos soltó en una gasolinera a cinco kilómetros de Keetmanskoop, una ciudad (como deben ser casi todas en el país) en la que por la noche no funcionan ni los taxis. Nuestro ángel de la guarda (sería por eso de la adoctrinación cristiana previa) quiso que un hombre que dejaba a su mujer en el autobús del que nos bajábamos se apiadara de nosotros y nos llevara, cual ONG a cuatro ruedas, hasta la puerta de nuestro hotel.
Keetmanskoop se mostró como una ciudad de paso, sin gracia, sin nada que ofrecer. Un punto en mitad del desierto en el que todos los blancos hablan inglés con acento alemán. Una ciudad construida en pleno secarral, ordenadamente con una racional cuadrícula de calles, casas de un piso, negocios somnolientos, bancos, y mucho polvo en el ambiente. También aquí con sus townships (herencia del pasado sudáfricano, pues Namibia fue colonia sudafricana desde la Primera Guerra Mundial hasta su independencia en 1990). Y muchas gasolineras, que por allí pasa mucha gente pero poca se queda. Apenas estuvimos en ella seis horas, cuatro de las cuales nos las pasamos esperando en una gasolinera la salida de la furgoneta que nos llevaría a Luderitz, en la costa. Nuestra intención inicial, ir a visitar el supuestamente espectacular cañon del río Fish, parecía frustrada: ni hay transporte público ni se puede alquilar un coche para ir allí desde esta ciudad. Esperando a que se llenara la furgoneta para partir, empezábamos a comprobar que también aquí (como en Sudáfrica), el no tener coche es un lastre importante para ver lo que el país tiene que ofrecer.
Una carretera rectilínea, infinita (pero asfaltada) y cuatro horas circulando por un desierto pedregoso, árido, a ritmo de música tecno, nos llevaron a ese pueblo de pescadores, remoto, rodeado de dunas al norte y pedregal al sur. Y más allá, el Atlántico. Un pueblo sin escapatoria. A medida que caía el sol, nos acercábamos a la costa. La niebla nos rodeó. Y a pesar de los carteles de alerta con chacales pintados en ellos, atropellamos a dos animales esa noche. Triste balance de llegada a un país famoso, entre otras cosas, por su fauna salvaje.
Ya estaba un poco preocupadillo, casi una semana sin escribir!!
Bueno, mal principio pero dicen que Namibia es muy bonita. ¿ vais a visitar la tribu legendaria de los Hotentotes o están demasiado apartados?
DEspues de la vegetación de Madagascar es un cambio brutal el del desierto. Eso es lo bonito del pedazo de viaje que os estais marcando, que hay un montón de paisajes diferentes esperando para impresionaros.
Mas besos A.
Queridos, queridas,
No cunda el panico.
Namibia es uno de los paises mas remotos y menos poblados de africa.
No es facil comunicarse por internet en mitad del desierto, de los paruqes naturales o en las montanyas.
PARA TODOS, SEGUIMOS BIEN, VIVOS. QUE NO CUNDA EL PANICO.
(Mas informaciones en breve, o bueno, cuando se pueda, que no es poco)
Y gracias por vuestro interes y preocupacion, que bueno saber que la gente se preocupa por nosotros…
Pablo e Itziar
Queridos Pablo e Iciar: ya veo que estais en Namibia que a mi me parece un pais facilito de recorrer y bonito, aunque mi preocupación es porque hace unos días me comentó Manuela que había problemas para entrar en Angola. Rosa ya está allí, así que podeis contartar con ella o bien decirme si yo desde Madrid os puedo ayudar. Ah, y si estais en Namibia el último fin de semana de Agosto (preguntad) hay una fiesta de los herero en la localidad de Okajanda que es una pasada. Por cierto ¿tenemos otro teléfono?. Espero vuestras noticias. Santos
…focas con orejas,,,,averías varias,,,,y esa REINA que es too much….
Oye, me interesa la experiencia sobre los espejismos,,,,ya me lo direis con detalle…y mira que aquí los tenemos a diario,,,pero no hay manera de entenderlos…
¡Eah!,,estais muy bien en esta nueva foto que habeis elegido.
No atropelleis a más animales.
He regresado del Norte y ya la rutina pero sin stress ¿Qué es eso?
Os envío un gran abrazo.
Hola Pablo e Itziar!! Pues estoy leyendo vuestro blog para ir sacando ideas. Estoy preparando un viaje desde Sudáfrica hasta Uganda , quiero viajar en transporte público o autostop.. Pero tengo una pregunta, al no tener coche alquilado no habeis podido ir al cañon del río Fish?? No hay ningún transporte que te pueda llevar hasta allí o alguien q te pueda recoger de camino… Bueno gracias y que gran viaje habeis hecho!!
Hola, Kike.
La verdad es que no tuvimos tiempo para ir al cañón y hacer el trekking de 4 días por él, porque debe ser alucinante.
Si haces dedo, puedes llegar donde sea en África. Eso sí, en Namibia hay menos tráfico y los tiempos de espera pueden ser largos. Si vas a hacerlo vete con bastante agua y comida, por si acaso. O tal vez puedas llegar a Ais Ais en transporte público y desde allí conseguir que te lleve alguien.
Ya nos contarás,
Un saludo
Itziar y Pablo