Llegó el 10 de abril y con él, nosotros a Estambul. Ha sido una escala en la que nos hemos sentido como en casa: conocemos la ciudad, Roger y Oznur nos han acogido y tratado como reyes, hemos visto a los amigos de allí y compartimos con Bárbara y Abel el último día de su viaje y el primero del nuestro.
No hemos visitado ni una mezquita ni un bazar ni un hammam, lo único que hemos hecho ha sido comer, beber, jugar al backgammon y seguir comiendo. Ha sido un respiro tras la vorágine enloquecida de las últimas semanas en Madrid. Por cierto, ¿sabéis qué hace un turco cuando gana un juego (el primero que gana cinco partidas)? Cierra la caja de backgammon -que aquí se llama tavla– y, junto con una palmadita en la espalda, se la da a su oponente y le dice que se vaya a practicar. Algunas españolas también lo hacen…
Tras un par de días en formato vacacional, volamos rumbo a Sudáfrica: doce horas hasta nuestro destino, Ciudad del Cabo. Imaginaos nuestro estado al llegar: cansados, sucios y despeinados. Lo bueno es que no se cambia de meridiano y nos ahorramos el jet lag. Además, tenemos la suerte de tener unos amigos que viven aquí, Miquel y Eva, quienes nos han acogido en su casa (¡gracias!), así que nuestra llegada ha sido bastante fácil.
Nos lanzamos a explorar la ciudad. Asomada al Atlántico y protegida por la majestuosa Table Mountain, llama la atención cómo en apenas unas manzanas conviven enormes y modernos edificios de oficinas con mercadillos de artesanía africana e iglesias de aspecto centroeuropeo. Por la mañana el centro de la ciudad es muy activo, con gente y mucho tráfico, aunque no excesivamente bullicioso. A partir de la hora en la que cierran negocios y bancos, todo el mundo se retira, llenando las carreteras y las estaciones de autobús.
Nuestro hogar temporal en Mother City (así llaman a Ciudad del Cabo) está en un barrio residencial. Al caminar por él se ven casas unifamiliares, con jardín y rodeadas de árboles, se respira tranquilidad… hasta que aprendes lo que significan los carteles que casi todas las casas tienen en sus preciosas vallas blancas: “armed response” y “live wire”, o sea, que a los intrusos se les responde con armas de fuego y que las vallas están electrificadas. En casa de Miquel y Eva -y no será la única- junto al marco de la puerta de las habitaciones, hay unos discretos botones en los que pone “warning”: son los que hay que apretar si entra alguna visita indeseable para que venga un comando a responder a la intrusión con armas de fuego. Espero que no pulsen el botón cuando después de tres días vean que seguimos aquí…
¿Os gustan los deportes de riesgo, la emoción, la aventura? ¡Viajad en taxi compartido! Toda una experiencia.
Vídeos y fotos en sus respectivas secciones.
No sé si cruzasteis el Bósforo pero si es el caso, son 3 continentes en un sólo post. Empezamos a una velocidad de vértigo!
Y 154 admiradores en Facebook, c’est pas mal!
Besos a los dos.
Madre mia que miedo tienen que estar pasando para poner vallas elctrificadas. Por lo menos habeis podido conocer otra realidad. ¿para cuando Madagascar? besos y abrazos A.
Guauuuu, me encanta leer todo esto!!! me alegro que tod marche muy bien!, os mando un beso muy fuerte!!!! bonicosss!!!
Hubo una epoca en Brasil que tambien existian taxis de estos! Me encantan! Jejeje…Mucha suerte chicos! Besosss!!!
Today , May 2nd, I have finally brought myself up to date in yr fantastic journey! How about adding some photos, can you ? Keep them coming! I wonder where you are as I write this??? Madagascar when? Besos, kisses, love, petons Meli