Y llegamos a Antananarivo, Tana para los locales. El aeropuerto nos dio las primeras pistas de lo que se avecinaba. Descendimos del único avión comercial sin hélices estacionado en las pistas y no nos esperaba ni un finger ni un autobús: nos tocó andar hasta la terminal. En la canija sala de llegadas se amontonaban […]
Desde Tana con amor
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